La Voz de Almeria

Almería

La terraza que servía para todo

En 1942 el empresario Isidoro Vertiz llevó el cine a las instalaciones del Tiro Nacional

La terraza del Tiro Nacional en un desayuno que el Frente de Juventudes ofreció a los escolares el primero de abril de 1953. Foto Vizcaíno.

La terraza del Tiro Nacional en un desayuno que el Frente de Juventudes ofreció a los escolares el primero de abril de 1953. Foto Vizcaíno.La Voz

Eduardo de Vicente
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El viernes 19 de junio de 1942 abrió sus puertas un nuevo cine en Almería, una terraza de verano que el empresario Isidoro Vertiz Iturregui, dueño del Hesperia y del Imperial, montó en el amplio solar del Tiro Nacional, entre el malecón de la Rambla y la Avenida de Calvo Sotelo (hoy de la Estación). En mayo el Ayuntamiento le dio la autorización para construir una cabina de proyección de películas y en menos de un mes puso en marcha el nuevo cine que echó a rodar con doscientas sillas de tijera y una caseta de madera donde se puso el servicio de ambigú.

La película que se escogió para el estreno llevaba el título de ‘Bajo el manto escarlata’, una historia de aventuras, de las que los niños de entonces llamaban de espadachines, que tanto aceptación tenían entre el público porque servían de evasión y también de motivación para los chiquillos que a la salida del cine se paraban en el cauce de la Rambla que estaba enfrente, cogían dos ramas secas de árbol y se ponían a luchar  como si fueran los famosos mosqueteros de Alejandro Dumas.

Con la llegada del cine, el Tiro Nacional se convirtió en aquellos años de la posguerra en el principal recinto de espectáculos al aire libre de Almería. Era una terraza multiusos, un escenario que servía para todo, aunque su actividad principal era el boxeo. Todos los púgiles almerienses de aquel tiempo, que eran muchos, pasaron por el cuadrilátero que se montaba en el Tiro Nacional cuando el boxeo era el deporte más venerado en la ciudad, por encima incluso del fútbol, teniendo en cuenta el número de aficionados que arrastraba. El templo de los combates era aquel privilegiado recinto abierto también a bailes, tómbolas, circos y actos políticos organizados por Falange. Era difícil, en aquel tiempo, pasar por delante de la puerta del Tiro y que estuviera cerrado.

Era un escenario mágico, situado en un punto estratégico de la ciudad, justo al cruzar el puente que comunicaba con la actual Avenida de la Estación, que había comenzado a caminar en los años de la República, cuando la sociedad Tiro Nacional de España se instaló en aquel solar para promocionar la practica del tiro.

Desde finales de los años 20, esta asociación había estado utilizando un campo de tiro junto al cementerio de San José, pero fueron denunciados por el capellán por cortar un trozo del muro de defensa de la Rambla para abrir un camino y se vieron obligados a tener que marcharse y buscar un nuevo recinto. Lo encontraron al otro lado de la Rambla, cerca de la estación, y allí vivieron sus años de gloria.

Para rentabilizar su mantenimiento e integrarse con más fuerza en la sociedad, el Tiro Nacional se fue convirtiendo en ese fecundo centro de recreo  donde también se organizaban las mejores verbenas de la Feria. En 1931 decidieron construir una pista de baile y al verano siguiente se estrenaron una pista para la practica del tenis y otra para hacer patinaje. El 13 de agosto de 1932 se llevó a cabo la inauguración de este nuevo recinto deportivo, con una verbena a la que asistieron las familias más selectas de la sociedad almeriense. Para inmortalizar tan solemne acto, el maestro Rafael Barco estrenó un pasodoble compuesto por él mismo dedicado al Tiro Nacional.

Desde entonces, el Tiro Nacional dejó de ser el lugar donde iban los aficionados y los reclutas a hacer practicas de disparo, y se transformó en el área de ocio de referencia de la ciudad. En los años de la posguerra el recinto  sirvió también de campo militar, allí se impartían clases de instrucción para niños y adolescentes. A las siete de la mañana, cientos de falangistas, perfectamente uniformados, se reunían en el Tiro Nacional, desfilaban, aprendían a manejar las armas y se imbuían del espíritu castrense del momento cantando a coro los himnos que puso de moda la dictadura.

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