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Almería

El doble luto por el asesinato de Meri: “Estaba embarazada, me dijo una amiga”

Este sábado se ha convocado una manifestación en Los Molinos para pedir justicia por Meri

Sofía, la madre de Meri.

Sofía, la madre de Meri.Víctor Navarro

Víctor Navarro
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Sentada en la cama improvisada del salón, Sofía Khamouchi se siente atrapada en las sombras que ahora invaden su vida. El tiempo, que una vez fluía con el ritmo de su rutina, ha dejado de transcurrir desde aquel instante fatal, cuando la puerta se abrió para darle la noticia que destrozó su mundo: la muerte de su hija Meri (38 años) a manos de Francisco S.B. Desde entonces, el mundo de Sofía, la del Indio, dejó de tener sentido.

El 'hijab' negro que cubre su cabeza es el reflejo de un alma rota que ha perdido las energías y las ganas de sonreír que solían definir su vida en el bar. En el salón de su casa, todo parece igual, los sofás corridos con arabescos y la tetera con pastas que antes irradiaban hospitalidad marroquí, ahora son solo elementos vacíos, testigos de un dolor que consume todo. Desde la tragedia, Sofía se ha refugiado permanentemente en este espacio, incapaz de ir a trabajar o hacer nada más que llorar. "Estoy sumida en una depresión tan profunda que me siento arrastrada por ella, me paso el día llorando. Cuando extiendo la alfombra para rezar, el dolor me asfixia y caigo agotada al suelo".

Justicia significa "cadena perpetua"

Con la determinación de quien se agarra a lo poco que queda, la familia de Meri ha convocado una manifestación este sábado 18 de enero, a las 11:00 horas, en la Plaza Fátima, en pleno corazón del barrio de Los Molinos. En esa plaza, llena de recuerdos de la gente que conocía a Meri, se alzarán las voces de los suyos para evitar que su historia caiga en el olvido, un eco de lucha en nombre de una mujer que, como tantas otras, no merecía este final. La concentración no tiene pretensiones grandilocuentes, solo un grito común “pedir justicia”. Pero, ¿qué es la justicia que puede devolver a una hija, a una hermana, a una madre? Sofía, con la mirada perdida entre el dolor y la rabia, tiene una sola sentencia en su mente: “la cadena perpetua”. Es la única justicia que parecería capaz de aliviar su peso, pero la repuesta de respuesta de la abogada, que ha acompañado a la familia en este proceso, es clara es clara, a pesar de los anhelos de Sofía: la pena que se le impondrá a Francisco S.B. será la máxima que establece el sistema penal español.

Aún se desconoce la naturaleza exacta de la relación entre Meri y Francisco, el hombre que la estranguló hasta acabar con su vida y posteriormente calcinó su cuerpo en un descampado cercano al restaurante abandonado La Capea de Retamar. Según la versión de la familia, ambos se conocían "de horas" y habían quedado para que Francisco la llevara a Roquetas de Mar. En su lucha por justicia, la familia exige que el hombre sea procesado por delitos de violencia de género. Sin embargo, la cuestión de si la relación entre ellos fue lo suficientemente estrecha para que se pueda calificar como violencia de género sigue siendo un tema ambiguo. La ausencia de evidencias sobre una relación más allá de un encuentro fortuito complica la definición de este caso dentro del marco legal establecido.

Esperando la analítica

El luto de Sofía convive con una incertidumbre que podría dar un giro inesperado al caso, y es que Meri pudiera haber estado en fase de gestación en el momento de su asesinato. "Una amiga de Meri me dijo que estaba embarazada, estamos esperando la analítica", dice con voz temblorosa y ojos llorosos. La noticia de un posible embarazo lo cambia todo para ella. "Si mi hija estaba embarazada cuando la mataron, ya no es un solo crimen, son dos". La angustia de la madre de la fallecida por la confirmación de este hecho se mezcla con su anhelo de que la justicia se haga más severa.

Sofía siente un dolor añadido: Meri ha sido enterrada en Valencia, lejos de Almería. “Alicante, Granada y Málaga ya estaban llenos, y en Murcia exigen dos años de empadronamiento para ser enterrada”, lamenta la madre. Esta barrera administrativa agrava aún más su sufrimiento, pues, además de enfrentar la muerte de su hija, la familia se ve impedida de darle el descanso eterno cerca de su hogar.

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