Una isla que marca el límite entre lo antiguo y lo moderno
Las 500 Viviendas se han convertido en un recogido y calmado refugio

Bloques de pisos idénticos y pequeñas plazoletas y jardines conforman el paisaje urbanístico del vecindario.
Quinientos es el número que dio origen a la barriada obrera de Las 500 Viviendas, una de aquellas tantas creadas en la época franquista, como reducto de casas de protección oficial. Cercana al Zapillo, sin llegara serlo. Con una población que envejece, aunque se rejuvenece relativamente, gracias a la venida de extranjeros jóvenes y con hijos.
Es el barrio del quiosco de Matías, para tomar el café, y el quiosco de la prensa, para comprar el periódico, la tienda de las chuches, la de Esteban, la de Loli y otros tantos establecimientos conocidos por todos los vecinos.
Toda una vida
En los 50 años que Marujica lleva viviendo en Las 500, el ambiente de la zona ha cambiado bastante. En sus propias palabras, “ha evolucionado a mejor”. “Ahora el barrio está muy bien, es mucho más tranquilo. Ya no hay droga ni violencia, como la que había antes”.
Marujica tiene 86 años y preside el club de jubilados del vecindario desde hace 10. “Pusieron jardines nuevos, podaron las palmeras y reformaron las aceras”, prosigue.
“El alcalde que tenemos ahora es bueno. Se nota que este hombre se preocupa de verdad. Todo lo que le dijimos que había que arreglar en el barrio lo arregló”.
Marujica relata su experiencia en el teatro Apolo, durante una entrega de diplomas a distintas asociaciones vecinales, entre las cuales se encontraba la suya. Explica que, a partir de entonces, el Ayuntamiento “se ocupó mejor del barrio”.
Actividades
“Todos los jubilados de las 500 vienen aquí, a pasar el rato, a jugar a las cartas, al dominó, al parchís... Por la mañana, entre las nueve y la una, y por la tarde, entre las cuatro y las siete”, especifica Marujica. El centro también cuenta con una peluquería masculina.
Por otro lado, el denominado ‘Hogar 1’, perteneciente a la Junta de Andalucía, organiza talleres de manualidades, costura, memoria, gimnasia, canto y demás actividades enfocadas, en su mayoría, a los mayores de 65.
“La pasada Navidad fuimos cantando villancicos por varios centros de día de mayores y salimos con comparsas a la calle”, cuenta Marujica.
Para carnaval, han confeccionado sus propios disfraces en el taller de costura, que cada año enfoca esta festividad hacia un tema diferente.
“Salimos de viaje, hacemos excursiones y vamos de senderismo también. La verdad es que, en el barrio, las personas mayores estamos muy bien cuidadas”.
Servicios
“Tenemos nuestro propio centro de salud y otro muy cerca, en Ciudad Jardín. Cuando alguien se pone malo, la ambulancia viene enseguida y sin problemas, porque las calles son anchas y están bien comunicadas”.
Por lo demás, la vida no parece haber variado en demasía. El trenecito turístico dejó de recorrer esta zona hace algún tiempo, pero los edificios son los mismos que construyeron cinco décadas atrás.
Muchos de los vecinos que se instalaron entonces en Las 500 Viviendas continúan viviendo en la zona. “Lo nuevo se ha ido yendo hacia La Vega de Acá”, detalla Marujica.
“Hubo una temporada en la que el barrio fue conflictivo. Había bastante gente afectada por la droga y formaban jaleo, peleas... Muchos de ellos se acabaron yendo y otros tantos murieron”.
“De los primeros que se mudaron a Las 500, también los hay que han fallecido y sus hijos han vendido las casas a otros. Pero todavía quedamos unos cuantos. Y aquí nos conocemos todos”.
Mientras dice esto, mira a Mari Carmen, propietaria de la tienda Emecé, cuya madre abrió hace 30 años.
“No nos falta de nada. Tenemos farmacias, peluquerías, el Lidl, el Día, perfumerías, tiendas de ropa, zapatero... No necesitamos ir al centro para comprar”, comenta Mari Carmen, reafirmando lo expuesto por Marujica.
Menciona, igualmente, el centro de estudios que se situa junto a la asociación de personas mayores. En él se imparten formaciones en idiomas, informática y ámbitos variados, así como cursos de preparación a la prueba de acceso a la universidad (PAU).
“Las clases de español son muy buenas para los extranjeros. A este centro vienen muchos de Las 500 Viviendas y de toda Almería”, añade.
Distribución
En la parte norte del vecindario, discurriendo de forma paralela a las vías del tren, se ubican algunas calles con nombres ferroviarios, como la calle Vagón, la calle Locomotora o la calle Ferrocarril.
Desde ahí hacia el sur, la avenida de Madrid divide el vecindario en dos.
A su izquierda (mirando a Ciudad Jardín), se encuentran las vías homónimas de países, provincias y regiones.
A su derecha (en dirección a La Vega de Acá), se sitúan las rúas que responden al nombre de pueblos almerienses, como las calles Cantoria, Sorbas, Fiñana o Huércal Overa.
Un poco más al sur, casi pegando con el Estadio de la Juventud, estas denominaciones se entremezclan con el homenaje a personajes célebres, como el Juglar de Medinacelli o San Juan de Ávila.
Las fiestas
En el corazón de Las 500 Viviendas, se ubica la plaza Padre Serafín, que está presidida por la parroquia de San Pablo Apóstol. Se trata del nombre de sus dos patrones: San Pablo y San Pedro.
Ambos salen en procesión en el mes de junio, para celebrar “unas fiestas muy bonicas”. Duran un fin de semana y sacan a relucir sus propios gigantes y cabezudos.
Por otra parte, cuando tiene lugar la feria de Almería, los vecinos de Las 500 Viviendas pueden ver a los caballos pasear por sus calles, mientras se dirigen al recinto ferial.
El día a día
Es en momentos como ese cuando los habitantes de Las 500 Viviendas se reencuentran y se ponen al corriente de sus respectivas cotidianidades. Vecinos que, no siempre se ven tan a menudo, pero a los que “pides lejía o lo que necesites y te la dan”. Porque se conocen, porque la cercanía premia y hay costumbres que no se pierden.
“Cuando sé de alguien que necesita ayuda en casa, con la limpieza o los niños, trato de ponerlo en contacto con alguna otra persona que conozca que busque ese tipo de trabajo”, explica Mari Carmen.
Desde su tienda, oficia un servicio de intermediaria, útil a la par que preciado. Un hábito que, aun a riesgo de perderse, continúa vigente en el día a día de este barrio.