El suelo agrícola: un aliado silencioso frente al cambio climático
Un estudio revela el papel crucial de la gestión del suelo en la regulación térmica y la sostenibilidad agraria

El trabajo profundiza en el papel esencial de los suelos agrícolas en la transición hacia un planeta más sostenible.
El suelo no solo sostiene nuestras cosechas. También es un regulador térmico natural, un guardián del equilibrio ecológico que, bien gestionado, puede convertirse en un aliado decisivo frente al cambio climático. Así lo demuestra una reciente investigación liderada por científicos de la Universidad de Granada, en colaboración con la Universidad de Wasit (Irak), que profundiza en cómo las prácticas agrícolas afectan a una propiedad tan desconocida como esencial: la capacidad del suelo para conducir y regular la temperatura.
En un contexto de extremos térmicos y escasez hídrica cada vez más frecuentes, el estudio señala que la correcta gestión de la temperatura del suelo —a través de prácticas como la labranza mínima, el riego localizado, el uso de acolchados o la incorporación de materia orgánica— puede marcar la diferencia entre sistemas agrícolas vulnerables y cultivos resilientes, capaces de adaptarse y seguir siendo productivos.
El equipo ha sintetizado los resultados de más de 140 estudios científicos, integrándolos con técnicas avanzadas de modelización espacial para ofrecer una visión integral del papel del suelo en los agroecosistemas. Los autores destacan cómo la siembra directa y otras formas de labranza conservacionista ayudan a mantener una temperatura más estable, lo que mejora la salud del suelo y favorece un uso más eficiente del agua. Por su parte, el riego localizado contribuye a reducir las fluctuaciones térmicas y optimiza la humedad del perfil edáfico.
La investigación se alinea con los objetivos de la Misión ‘Un suelo sano para Europa’, promovida por la Unión Europea, que persigue la restauración del 75 % de los suelos degradados del continente para 2030.
El estudio también señala el potencial de las tecnologías emergentes, como la agricultura de precisión y la modelización geoespacial, para adaptar las estrategias agrícolas a las condiciones climáticas cambiantes. Estas herramientas permiten ajustar en tiempo real las decisiones sobre el manejo del suelo, abriendo la puerta a una agricultura más inteligente, eficiente y sostenible.
Más allá de los datos, el trabajo deja una idea clara: el suelo no es un recurso inerte, sino un ecosistema vivo cuya gestión consciente puede marcar la diferencia en el futuro de la agricultura y del planeta. Esta publicación contribuye al esfuerzo global por diseñar una agricultura capaz de responder a los desafíos ambientales del presente sin comprometer la salud del suelo ni la seguridad alimentaria de las generaciones futuras.