El pequeño pueblo de Almería que esconde una leyenda de película con un tesoro perdido en una cueva
Según reflejan los escritos, la Cueva de la Paloma guarda entre sus grutas tesoros del pasado morisco de la zona

Bayarque, municipio almeriense situado en la parte central de la comarca del Valle del Almanzora.
Almería esconde una historia apasionante. Sus pueblos y sus gentes han sido testigos durante siglos de innumerables acontecimientos que, de una manera o de otra, han condicionado lo que hoy es la cultura popular de la provincia. Incursiones de piratas en la costa, fortalezas de protección y vigilancia frente a posibles invasiones, o tesoros escondidos completan las páginas del –en ocasiones fantasioso– pasado de Almería.
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El interior de la provincia no iba a ser menos y, en concreto, hay un desconocido pueblo que guarda una de las leyendas más interesantes de toda Almería. Hablamos de Bayarque, un pequeño municipio en la parte central de la comarca del Valle del Almanzora que limita con pueblos como Tíjola, Serón o Bacares y que guarda en sus escritos una auténtica historia de película.
El tesoro de la Cueva de la Paloma
Año 1569. La rebelión morisca estaba teniendo lugar en el almeriense Valle del Almanzora. Tíjola la Vieja constituía –frente a la Cueva de la Paloma– una fortaleza para los moriscos que habitaban en la zona. Contaban con un castillo inexpugnable y una zona amurallada.
Los moriscos de la zona –cansados del incumplimiento de los fueros firmados por los Reyes Católicos en las capitulaciones del Alto Almanzora– comenzaron una sublevación en todo el valle. La represión en respuesta fue brutal y Don Juan de Austria mandó disolver la sublevación con violencia.
Los moriscos defensores del castillo de Tíjola la Vieja, una vez fueron asediados por tropas cristianas, aprovecharon para huir de noche por la Sierra de los Filabres. Algunos fueron alcanzados y aniquilados, pero otros escaparon.
Según cuenta la leyenda –por cierto, recogida por el propio Ayuntamiento de Bayarque–, los moriscos, en su huida, llevaron consigo algunos víveres y todos aquellos enseres valiosos de los que disponían. Decidieron refugiarse entre las grutas y cavidades de una de las cuevas cercanas, y dado el peso y la premura, dejaron escondidos sus valiosos enseres con la intención de rescatarlos a la vuelta. Aquella cueva era la Cueva de la Paloma, y la intención de recoger aquellos tesoros finalmente no se completó.

La Cueva de la Paloma, en el término municipal de Bayarque.
Tras tres días de combate, las tropas cristianas conquistaron la fortaleza musulmana de Tíjola la Vieja, dejando sin dueño aquellos tesoros moriscos en el interior de la cueva. "Dice la leyenda que aún hoy jóvenes y mayores recorren las inmediaciones de la Cueva de la Paloma y sus cavidades en busca de estos tesoros escondidos", detalla el Ayuntamiento del municipio.
Bayarque, un pequeño pueblo rodeado de riqueza
Bayarque –que no Bayárcal– es uno de los grandes desconocidos de la comarca. Quizás lo sea por su tamaño, o por sus habitantes, que tan solo alcanzan los 224 censados. Pero algo indiscutible es la riqueza natural e histórica del municipio y de la zona que lo rodea.
El Pinar de Bayarque es, quizás, una de las joyas naturales más importantes en toda la comarca. Es un auténtico pulmón verde autóctono de pino carrasco –el más extenso de la provincia– y constituye uno de los últimos retazos de vegetación espontánea en la Sierra de los Filabres. La existencia de este pinar es aún llamativa por el clima semiárido de la zona, en ocasiones demasiado seco como para ver posible la existencia de este tipo de vegetación y su correcta conservación.

Imagen de recurso de Bayarque.
En el interior del municipio destaca la Iglesia Parroquial de la Virgen del Rosario. Su historia es extensa, puesto que fue construida en el siglo XVI y, como su propio nombre delata, rinde homenaje a Nuestra Señora del Rosario, patrona del municipio desde 1797.