Las tradiciones y los oficios de antaño volvieron a revivir este fin de semana en Lubrín. Lo hicieron de la mano de más de una decena de oficios que llenaron de vida el Centro de Interpretación de la Alimentación Rural donde se celebró la segunda edición del Encuentro de Oficios Tradicionales y que sirvió como refugio de la lluvia que no dio tregua.

Una nueva edición que logró celebrarse con total normalidad a pesar de la lluvia, ya que “fuimos capaces de meter prácticamente todos los oficios bajo techo en las dos plantas del Centro de Interpretación de la Alimentación Rural y pudimos celebrar ese segundo encuentro” ha explicado el alcalde de Lubrín, Domingo Ramos.

Una vez más, la historia se tocó con las manos. “La respuesta de la gente fue bastante importante” y además, más de sesenta niños participaron a lo largo de la mañana del sábado en los distintos talleres que les ofrecieron no solo la oportunidad de conocer cómo trabajan sus padres o abuelos, sino que también pudieron aprender en ellos a hacer pan, alfarería, queso, esparto y hasta la elaboración de escobas con palmito y, por supuesto, “llevarse ese magnífico recuerdo de cómo se hacían muchísimos oficios y tareas de nuestros antepasados”.

Y es que en esta cita se conecta con los orígenes del municipio y crea momentos compartidos entre distintas generaciones. Por eso todos los talleres son importantes “donde los niños meten sus manos, tanto en la alfarería como la elaboración del queso, con esparto o el tema de la escoba que es una cosa que hasta yo mismo no he visto nunca y todos hemos tenido alguna en nuestra casa” añade Ramos.

Aunque lo caracterizó esta segunda edición de lo que ya puede marcarse como una cita imprescindible en el calendario local, fueron las novedades. La recreación de la matanza fue, sin duda, uno de los momentos más esperados donde no faltaron los embutidos. “Nos llevamos un hornillo y prácticamente todo el chorizo que hicimos todos pudieron probarlo” cuenta el alcalde en una entrevista en la Cadena SER Levante.

Pero no solo embutidos se pudieron degustar ese sábado en Lubrín, sino que también “todos probamos el queso, las migas también de la empresa de aquí, Migas El Castillo, que fue novedosa”. Y otros recuerdos que, aunque no se comen, ya lucen expuestos en el museo y que están “guardadas a buen recaudo”: tres escobas de palmito.

La implicación del pueblo ha sido clave para el éxito de este evento y que, con solo dos ediciones celebradas, están “pensando ya en la tercera y pensando en cómo darle otro empujón con respecto a este año que ya ha sido bastante novedoso”.