Hay playas que se abren paso entre los rankings año tras año. Y luego están esos rincones que no necesitan listas para ser inolvidables. Pequeños paraísos ocultos que parecen sacados de otro planeta. Así es la cala ubicada en la costa almeriense que se ha convertido en una joya secreta para los amantes de la naturaleza más salvaje.

Ubicada en el municipio de Cuevas del Almanzora, esta cala apenas supera los 100 metros de longitud, pero su impacto en quien la descubre es descomunal. Resguardada entre acantilados y cuevas naturales, y alejada de la masificación turística, este rincón ofrece una postal que no se parece a nada. Aquí, la sombra no la da una sombrilla, sino la piedra tallada por siglos de viento y sal. Así es la Cala del Peñón Cortado.

Un paraíso escondido

Llegar hasta la Cala del Peñón Cortado implica recorrer una carretera secundaria y luego un sendero de tierra que desemboca en una pequeña explanada. Desde allí, el descenso hasta la playa requiere precaución, pero cada paso vale la pena. Al final del camino, aguardan aguas cristalinas, una playa virgen y un silencio que suena a lujo.

La arena oscura mezclada con guijarros, las aguas tranquilas protegidas del oleaje por formaciones rocosas y la ausencia total de construcciones convierten este lugar en uno de los entornos más puros del litoral mediterráneo. Para quienes buscan desconectar y dejarse llevar por lo esencial, es un refugio inmejorable.

Un rincón salvaje y sin turismo

Aquí no hay chiringuitos ni duchas. Tampoco cobertura constante. Solo naturaleza, calma y belleza sin filtros. Por eso, si decides visitar la cala, conviene ir preparado: agua, comida y todo lo necesario para disfrutar de un día lejos de todo, pero cerca de lo importante.

El Peñón Cortado también es un tesoro para los amantes del buceo y el snorkel. Sus aguas, limpias y serenas, permiten observar la vida marina con claridad. Y si te gusta explorar, hay cuevas que conectan con otras calas aún más recónditas, añadiendo un toque de aventura a la experiencia.

La Playa de las Catedrales almeriense

Muchos la comparan con la famosa Playa de las Catedrales, en Galicia, por su relieve escarpado y las formas imposibles que el mar ha cincelado en sus paredes. Pero este templo de piedra, sol y mar no necesita comparaciones. Es único, como cada atardecer que se esconde entre sus rocas.

Porque el verdadero lujo, a veces, no está en lo visible, sino en lo que permanece intacto. Y la Cala del Peñón Cortado es eso: un rincón que no ha sido tocado por el tiempo, donde cada ola parece contarte un secreto y donde la naturaleza aún habla en voz alta.

Una ruta única para llegar al paraíso

Y para los amantes del senderismo, la Cala del Peñón Cortado también es ideal, pues hay una ruta cargada de encanto que llega hasta este paradisíaco rincón. Se trata de la a Ruta de las Fundiciones de Villaricos, un camino que te invitan a viajar en el tiempo. Este sendero, que serpentea durante 12 kilómetros junto a la costa de Cuevas del Almanzora, es mucho más que una caminata: es una experiencia que mezcla acantilados y chimeneas, calas escondidas y viejas fundiciones, el rumor del mar y los ecos de la minería que un día forjó el alma de este rincón del Mediterráneo.

El camino, de dificultad media y bien señalizado, recorre vestigios que fueron el motor económico de la zona entre los siglos XIX y XX. Allí donde hoy crecen matorrales y se asoman las gaviotas, hubo hornos ardiendo, chimeneas escupiendo humo y hombres que extraían de las entrañas de la tierra plomo y plata con manos curtidas y jornadas infinitas.

Un bello paseo

Este sendero bordea el litoral entre calas, pequeñas playas y acantilados que regalan vistas de postal y que dan acceso a la secreta Cala del Peñón Cortado. La flora y fauna autóctonas acompañan cada paso, y el mar añade ese telón azul que convierte cualquier ruta en un regalo para los sentidos.

La Ruta de las Fundiciones de Villaricos no exige experiencia, solo ganas de caminar con los ojos abiertos. Porque no se trata solo de llegar al final del camino, sino de descubrir, paso a paso, cómo el mar y el metal, la historia y la naturaleza, pueden caminar juntos.