Tras los pasos del Louvre: la mayoría de arte robado en Almería estaba en iglesias o era de cofradías
La vocación de puertas abiertas o la falta de vigilancia ponen en peligro el patrimonio sacro

Procesión de la Virgen del Mar.
La mayoría de robos de obras de arte en la provincia de Almería tienen sello santo. La Virgen del Mar, la Iglesia de Santiago o la Cofradía del Stmo. Cristo del Perdón han protagonizado algunos de los mayores expolios contra el patrimonio desde que se tienen registros, que se suman a una tendencia de hurtos en pequeñas parroquias a lo largo de la provincia durante la última década.
Se dan varias causas que desembocan en esta conclusión. Una de ellas es la vocación de puertas abiertas que debe tener una iglesia. Si bien es algo cada vez menos frecuente y su horario se limita al de las misas, lo cierto es que un templo debería tener las puertas abiertas el máximo de horas posible cada día. Primero, por su función principal como edificio religioso en el que los fieles pueden encontrar consuelo, amparo o refugio en cierto sentido. En segundo lugar, como elemento turístico indiscutible de cualquier ciudad.
Eso trae consigo el peligro obvio. Una iglesia puede contener innumerables obras de arte y joyas patrimoniales, pero es difícil que en los presupuestos de una parroquia quepa un apartado para mantener el templo vigilado durante todo el tiempo que permanezca abierto. La presencia de sacristanes es cada vez menos frecuentes y el propio sacerdote puede andar a varias tareas a la vez, entre las que no se encuentra la vigilancia. Así las cosas, si bien las iglesias pueden tener alarma para las horas en las que permanece cerrada, es abierta cuando más riesgo corre.
Robos en iglesias almerienses
Ejemplos hay varios. Destaca, sin ir más lejos, el robo que sufrió la Virgen de la Estrella de algunas de sus joyas en la iglesia parroquial de San Isidro Labrador, en el barrio de Regiones Devastadas, en octubre de 2023. Antes, en septiembre 2010, un hombre entró a la antigua capilla del Hospital Provincial (hoy salón de actos del MUREC) y le arrancó un dedo al Señor de las Penas, el titular cristífero de la Hermandad del Rosario del Mar. Un acto vandálico que el propio Luis Álvarez Duarte, autor de la imagen, reparó la mutilación. En ambos casos, el robo o el desperfecto causado es difícil de cuantificar en lo económico, debido al incalculable valor sentimental que puede tener una joya donada a una imagen o la devoción a una talla de Cristo o la Virgen.
En definitiva, es sencillo entrar a una iglesia y proceder a robar elementos decorativos de un tamaño razonable sin que nadie se percate de ello. Ya sea para su venta posterior en el mercado negro de obras de arte o para su venta por el valor del metal del que esté hecho, robar en una iglesia puede salir rentable.
Del mismo modo, las iglesias son escenario de robos de medio pelo, lejos de los grandes titulares que copan la prensa. No en vano, el cepillo siempre ha sido objeto de deseo para necesitados de efectivo inmediato. En 2020, por ejemplo, alguien entró en Santiago para reventar los lampadarios y llevarse el poco dinero que hubiera en ellos.
Caso bien distinto es el sufrido por la Hermandad del Prendimiento en 2013, cuando dos encapuchados entraron en su casa de hermandad, la Casa de los Puche, en la plaza de Bendicho, y robaron distintas joyas, como las potencias del Señor del Prendimiento y las del Cautivo de Medinaceli. Lo hicieron como los ladrones del Louvre: entrando por una ventana del edificio. A pesar de la presencia de cámaras y alarmas, lograron llevarse un botín valorado en 22.000 euros. Tras aquel suceso, se reforzaron las puertas de los balcones, elemento de seguridad aún más eficiente que las alarmas.
Museo para la Virgen del Mar
Ese es, precisamente, uno de los retos que afrontará Almería en un futuro con el proyecto de musealización para mostrar el patrimonio de la Virgen del Mar. Entre sus joyas se encuentran algunas de las más valiosas de la ciudad, como el manto regio regalado a la patrona por la reina Isabel II. Hoy guardado en las dependencias de la hermandad, parece improbable que alguien que no sea próximo al círculo de la propia corporación robe algo de la Virgen del Mar. Sin embargo, una vez hecho museo, podrá atraer miradas indiscretas que, sin duda, obligarán a tomar medidas de seguridad excepcionales.