El compás se afila, las palmas se cruzan en el aire y el taconeo anuncia lo que está por venir: una noche de arte, verdad y pellizco. El aire se tensa, como si esperara la primera nota de guitarra, ese instante en que el silencio se vuelve promesa y el duende empieza a rondar el escenario. Hay un murmullo antiguo que despierta, un latido que viene de lejos —de patios encalados, de calles con eco, de almas que bailan sin quererlo—. Porque cuando el flamenco se enciende, no hay teatro ni butaca: hay un temblor compartido que atraviesa el pecho y enciende la memoria. 

El Teatro de la Escuela Municipal de Música y Artes (EMMA) de Almería se convertirá mañana por la tarde, 19 de octubre, en un auténtico templo flamenco con 'Tablao', un espectáculo que busca capturar un encuentro que solo sucede entre artistas cuando el duende aparece.

Al amparo de Qata Producciones, 'Tablao' ofrecerá dos funciones, a las 19:00 horas y 21:00 horas, con entradas disponibles (15 euros) tanto en la plataforma online de la EMMA como en taquilla el mismo día del evento. El cartel reúne a un elenco de primer nivel. Al baile, las figuras de Blanca Lorente, David Vargas y Cristina Soler desplegarán su arte con fuerza y elegancia. Al cante y al toque estarán Fita Heredia, Cristo Heredia y José Bellido, tres nombres de gran peso en el panorama flamenco actual.

Raíz y verdad

Entre ellos destaca Cristo Heredia, hijo de La Chanca, donde el compás se aprende antes que el abecedario. Heredero de una saga de cantaores y criado entre palmas y bulerías, Heredia encarna la unión entre raíz y modernidad. Su voz, curtida en escenarios de medio mundo junto a maestros como Tomatito, Niño Josele o Paco de Lucía, conserva la verdad del cante de su barrio: esa mezcla de sal, calle y alma que solo tiene el flamenco nacido a pie de mar. En 'Tablao', su forma de cantar —directa, sincera, sin artificios— será el latido central de una velada que promete emoción a corazón abierto.

Porque no es solo un espectáculo: es un encuentro, una celebración del arte compartido. Una noche para dejarse llevar por el zapateo, el cante y la guitarra; para recordar que el flamenco no se representa, se vive. Y cuando las luces bajen y el compás se adueñe del aire, Almería volverá a sentir lo que tantas veces ha sido su bandera: el duende hecho voz, cuerpo y alma.