"Las mujeres de Mojácar ganaron independencia cuando empezaron a fabricar jabones"
Uno de los grandes mojaqueros, Clemente Flores Montoya, presentará el 18 de agosto, Historias y leyendas en torno a la Fuente-Lavadero de Mojácar

Clemente y Francisco Javier Flores Montoya, hermanos, mojaqueros, y sobrados de talento.
El libro sienta nuevas bases para la historia de Mojácar. El prestigio de las mujeres se debe a la verdad por su sacrificio y sabiduría. Se ha machacado archivos de pueblos, capitales y ha dedicado días de trabajo en la Biblioteca Nacional. La pasión de Clemente Flores por su ciudad natal rompe tópicos y leyendas en su nuevo trabajo casi revolucionario y al que daremos muchas vueltas y análisis a lo largo del tiempo. Aclara cómo ha luchado contra “los dos engaños de la historia como es la toma de Mojacar y la pérdida del archivo”.
El libro narra muy bien las conquistas que fueron consiguiendo las mujeres para el municipio, el significado de la Rebelión de las Alpujarras, rebelión de la población morisca del Reino de Granada (1568-1571) o el papel de todo lo que rodea a la vida del “supuesto” alcaide Alavez que “se sentía tan español como los Reyes Católicos en el acto celebrado en Vera”.
El pueblo milenario de Mojácar no habría tenido la vida que le dio la fuente. Hubo una época en las que las mujereres hacían la colada para blanquear la ropa a base de barrilla y plantas endémicas. “Antes de inventarse las lejías y detergentes, las mojaqueras utilizaron técnicas y productos caseros de fabricación artesanal con plantas autóctonas para lavar mejor que nadie. Lo que inventaron las mujeres de Mojácar fue una forma de ganarse la vida y empujaron al ayuntamiento a construir un lavadero adecuado. Fue la conjunción de muchas cosas, pero las heroínas y protagonistas las mujeres. Su utilización para hacer jabón, escribe el investigador Clemente Flores, “requería de ordinario contar con vasijas adecuadas en cuanto tamaño y naturaleza, de las que muchos habitantes no disponían, pero en numerosas casas, las mujeres si disponían de un recipiente o vasija de mayor tamaño, una orza de barro o una tina de madera, donde hacer la colada.
La piedra barrilla era la más rica en carbonatos de sodio y potasio y la daba jabones blancos y, por eso, muchas veces las mujeres, que eran las encargadas de estas faenas, utilizaban las cenizas de otras plantas para hacer la colada. A veces, dos vecinas se reunían para hacer la colada intercambiando o compartiendo las faenas. En esencia, la faena consistía en meter la ropa que iban a lavar en una vasija que podía ser una orza de cerámica o una tina de madera, que se tapaba con una tela gruesa a modo de coladero. De ahí viene la palabra colada”.
“A partir de 1840, en que se comienzan a explotar las minas de plata de Almagro y durante varios años, se fue creando una burguesía en la comarca que conectó con las mujeres de Mojácar para lavar la ropa. La ropa, que lavaban las mojaqueras estaba blanca e higienizada como ninguna otra en los pueblos cercanos. A base de tiempo, de muchas pruebas y obras tantas observaciones, consiguieron y lograron que su trabajo no tuviera competencia, y el tiempo hizo que, además, se le reconociera”. “Ganarse un jornal por sí mismas era un sueño asequible que se podía conseguir construyendo un lavadero público. De ahí arrancó la decisión popular de construir su famosa fuente-lavadero”.
La Fuente de Mojácar es un regalo de la naturaleza que ya manaba antes de la llegada de los primeros seres humanos. Su existencia fue la causa de que se formara el núcleo original del pueblo, más de dos mil años antes de la llegada de los árabes. El libro narra la historia, jamás contada, de la fuente que dio vida a Mojácar, diferenciando los hechos históricos de las leyendas y revelando datos que durante siglos habían permanecido ocultos, se dice en la contraportada.
A lo largo de sus páginas descubrirás. Que las mujeres de esta tierra fabricaban jabones y detergentes “naturales” a partir de hierbas y plantas locales. Más de trescientos años después de la conquista cristiana, se remodeló la fuente construyendo el lavadero que ha llegado hasta nuestros días. Ese lavadero fue, durante más de un siglo, un espacio urbano reservado exclusivamente para mujeres. Este libro es, en definitiva, un homenaje a la lucha por el agua en la comarca, a la historia no escrita de Mójácar y, muy especialmente, a la fuerza de sus mujeres.
“Conocer la historia de la Fuente de Mojácar, diferenciando lo que es la verdadera historia de las leyendas, es un acto de justicia. Porque la Fuente ha sido un punto de encuentro, y alrededor de ella se han producido muchos hechos esenciales para la vida de los mojaqueros durante siglos”, afirma en la contraportada del libro, editado por Círculo Rojo, el hermano de Clemente, Francisco Javier, doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, conocido como “el sabio del agua” por su capacidad investigadora puesta al servicio de toda España por sus ideas innovadoras.