Una vez más, el humor con acento almeriense conquista al público madrileño. Esta vez, de la mano de los incombustibles Paco Calavera y Pepe Céspedes, que volvieron a llenar la emblemática sala Galileo Galilei de Madrid con risas, ironía y ese ingenio que conecta con públicos de todos los rincones.

En uno de los momentos del show, que a pesar de haber tenido lugar hace algunos meses, ha sido compartido recientemente en TikTok por uno de sus protagonistas (@paco_calaverareal), los humoristas se refieren a una anécdota en Garrucha. Se trata de uno de los 'sktechs' recurrentes en su gira conjunta.

“El otro día viví algo maravilloso”, comienza Céspedes, que explica al público madrileño que “en Almería hay un municipio que se llama Garrucha y tiene unas gambas…” Y a partir de ahí, la escena se convierte en una pieza maestra del humor de observación.

"De los creadores de "Vamos a comer patatas de los pobres... llega esta gran frase", continúa el humorista almeriense, que describe a continuación el diálogo entre dos madrileñas, en el que una de ellas le dice a la otra que va "a flipar con este sitio"

"Ponen unas cosas del mar... ¿cómo se llamaban? Peces", dice una de las protagonistas de ese diálogo, mientras la otra pregunta, mirando la carta: "¿Esto que es? Gambas Garrucha". La respuesta de la primera tampoco deja indiferente: "Son unas gambas que pescan a la garrucha y entonces tienen más sabor".

Sin duda, una escena que se convierte en un retrato hilarante de los malentendidos turísticos, las diferencias culturales y ese choque amable que tantas veces se da en los veranos almerienses. 

Este sketch, que ya acumula más de 10.000 visualizaciones en TikTok, ha circulado con rapidez y consolidado al dúo almeriense como referente nacional. Porque si algo han demostrado Calavera y Céspedes es que el humor almeriense tiene mucho que decir en el panorama humorístico español.

Hablan como hablan en casa, con referencias a las tapas, al calor o a las frases absurdas oídas en terrazas de playa, y eso precisamente es lo que cautiva: el retrato veraz y exagerado, el costumbrismo llevado al extremo de la carcajada.

En tiempos en los que el humor a menudo camina por la delgada línea de lo correcto, Calavera y Céspedes han sabido mantenerse fieles a su estilo: uno que se ríe con el público, nunca de él. Uno que recoge lo cotidiano y lo convierte en arte escénico. Uno que, desde un bar en Garrucha, puede llenar teatros en Madrid.