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Tarde de lleno, triunfos y mucho viento en la corrida de San Marcos de El Ejido

Tarde de lleno, triunfos y mucho viento en la corrida de San Marcos de El Ejido

Jacinto Castillo
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El Ejido volvió a tener toros por San Marcos. El toreo siempre  sonriente de Manuel Díaz El Cordobés fue el principal aliciente el sábado, en una tarde de luces y de viento, que perjudicó el toreo a pie. Junto al popularísimo diestro, José Olivencia dejó apuntes de su toreo estético, entreverado de esfuerzos por mantener la muleta plana pese a las violentas ráfagas de poniente que perjudicaron su primera faena. La terna la completó un rejoneador que tiene aún mucho que aprender, como es Manolo Manzanares.

En cualquier caso, tarde de toros animada, con la plaza casi llena y muchas ganas de disfrutar.

Manuel Díaz hizo el paseíllo con la montera puesta, porque era su primera tarde en suelo ejidense, aunque han sido muchas veces las que ha toreado en la provincia de Almería, con la que está vinculado estrechamente. Antes de hacer el paseíllo, entre fotos con aficionados y firma de autógrafos, El Cordobés recordaba como estos lugares los había paseado de niño con su abuelo, lo cual le hacía sentirse un poco como si estuviese en casa.

En su primer toro, Manuel díaz consiguió los máximos trofeos -dos orejas y rabo- combatiendo los derrotes del viento para sacar partido a un ejemplar de indiscutible calidad que sería después premiado con la vuelta al ruedo. Hizo el salto de la rana y todo el tendido se lo premió con largueza. En su segundo, sacó más sentimiento y profundidad y se llevó dos orejas.

Olivencia
Olivencia se las vió con el peor lote de la tarde, sobre todo en lo tocante a su primero. el torero de La Cañada comenzó sentado en el estribo y quiso seguir en esos terrenos para protegerse del viento, pero el animal, justo de casta, se le quedaba a medio embestir. Así las cosas, optó por salir a los medios, y soportar las oleadas de viento, que le obligaron a solventar la papeleta con entrega y oficio. Lo mejor se quedó para el segundo toro, en el que pudo dejar constancia de su toreo estético y profundo, sacándose así la espina de su priera actuación.
Manuel Manzanares  puso en evidencia cuanto le queda por aprender y por añadir a su cuadra de caballos. Tuvo la suerte de encontrarse en el cuarto a un magnífico toro que mereció una vuelta al ruedo y así, sumarse al tono triunfal de la  tarde. Silencio y dos generosas orejas.

Se corrieron toros  de Sánchez Riejo para rejones y de Blázquez y Rein a pie, sustitutos de los anunciados de Salvador Domecq.


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