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La autenticidad de todo un barrio, convertida en ‘La Pasión calé’

La autenticidad de todo un barrio, convertida en ‘La Pasión calé’

Jacinto Castillo
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La autenticidad y el talento de Pescadería y de La Chanca se aliaron sobre las tablas del Maestro Padilla con motivo del estreno del musical La pasión calé, en la noche del pasado sábado.



Asumiendo el pesado riesgo que supone introducir la sensibilidad flamenca en el contexto evangélico, este grupo de artistas profesionales y amateurs consiguió sacar adelante de manera más que digna este musical. Una obra que tiene muy pocos precedentes por la dificultad que entraña desde el punto de vista de la comprensión del público, lo que añade mérito a sus creadores e intérpretes.



Con indumentaria actual y una escenografía simple y efectiva al mismo tiempo, La pasión calé, lleva la vida de Jesús Nazaret a un mundo más cercano a nuestros días, así como a un entorno social y cultural en el que el Flamenco se mueve con facilidad.



Flamenco hecho con pasión y con fundamento, muy actualizado en el toque, el cante y el baile, porque esa es la esencia de esta música, que no ha dejado nunca de evolucionar.



Pasajes


Desde el punto de narrativo, la pieza comienza con las Bodas de Canaán, a compás de bulería, sigue por el retiro al desierto y las tentaciones, antes de abordar la resurrección de Lázaro, uno de los momentos mejor logrados de toda la obra. Después, comienza la Pasión, en la que los pasajes más dolorosos quedan en un segundo plano, concediendo todo el peso dramático a la Crucifixión y muerte de Jesús y, posteriomente, la Resurrección.



La alegría desbordante supone una vuelta a la bulería, esta vez convertida en fiesta por la buena nueva. A lo largo de la pieza se escuchan cantes por seguiriyas, por soleá o por tarantos, siempre acordes con el tono emocional de cada pasaje.



Aunque sería injusto destacar un solon nombre de entre un grupo de personas en el que todos participan con la misma ilusión, lo cierto es que el trabajo sobre el escenario de Alberto Iglesias, que encarna a Jesús de Nazareth, constituye un elemento esencial en el éxito de la pieza, por sus dotes coreográficas. La guitarra y el cante, no le van a la zaga a este notable bailarín, como tampoco el compás, uno de los aspectos mejor tratados tanto en el baile y como en el acompañamiento.

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