El grave error de Turki: hipotecar el Almería a un entrenador
Rubi pidió una plantilla que sigue sin funcionar después de cuatro entrenadores

Turki se marcha dejando un entrenador atado y la plantilla más cara de la historia.
Para una vez que se cuenta con el entrenador a la hora de confeccionar la plantilla del Almería la idea no encuentra la debida respuesta. El presidente lo fiaba todo a Rubi que sorprendía a todos a la hora de pedirse a los mismos futbolistas del fracaso del descenso. No le dieron muchas opciones a la hora de remodelar el equipo y lo ha terminado pagando, ya que los futbolistas no terminan de dar la talla y ha fallado el grupo. La misma imagen ofrecida en Primera se está dando en la categoría de plata, salvo esos ya famosos 14 partidos cuando se lanzaron a por el título de campeón de invierno que no vale para nada. A Rubi se le ha consultado todo, o casi todo, y el se pidió a los mismos que bajaron, como luego en el mercado de invierno aceptó a Lázaro y Clua como refuerzos cuando han sido meros fichajes sin brillo ni rendimiento. Su principal objetivo, Rodrigo Ely, no pudo llegar y se quedó en Porto Alegre.
Ha salido mal. Se han equivocado presidente y entrenador. Uno dando un largo contrato a Rubi olvidando que los marcadores son los que mandan y no le han dado la razón. Y el técnico apostando por unos futbolistas sobrevalorados y con largos contratos. No le supo dar un empuje de cantera a la plantilla, esa mezcla de veteranía e ilusión que se realiza en Segunda. Se pidió a unos jugadores que solo tienen calidad a raudales pero no compiten. Con tres años de contrato le toca hacer limpieza en el vestuario (si le mantienen la confianza) y las plenas competencias. Si sale Rubi y llega otro presidente tocará negociar.
Con la temporada en su recta final ha quedado claro que ni dando poderes al técnico el Almería ha podido reconducir una plantilla, que siendo la más cara de la historia, a tenor de los resultados es la peor, y el catalán está en un callejón sin salida a falta de seis jornadas.
Primera
La locura de la pasada temporada con fichajes a golpe de talonario sigue coleando un año después. Se pagaron traspasos y se le abría la puerta a futbolistas válidos ante la mirada de sorpresa de un Vicente Moreno al que nadie le consultaba a tenor del despido fulminante en la séptima jornada. Esa plantilla a base de nombres y largos contratos con fichas millonarias sacaba los colores al presidente y a unos aficionados que no vieron ganar a su equipo en casa hasta la última jornada. El Almería se arrastraba por los campos de Primera y por muchos técnicos que se firmaran no reaccionaba y el vestuario era el reflejo de la clasificación. Se imponía en Segunda otro tipo de futbolistas pero la llegada de Rubi lo cambió todo porque creyó que podía con ellos.
Segunda
En una temporada plagada de clubes (18) con pasado en Primera, tocaba dar una mano de pintura al vestuario y lejos de coger la brocha, el entrenador con competencias en el diseño de la plantilla daba un paso al frente y se quedaba con todos los protagonistas de una debacle. Convencido de la resurrección de los jugadores, dijo a Turki y El Assy que contaba con ellos, mientras muchos apuraban el mercado locos para salir corriendo de la categoría de plata. Rubi asistía a un vestuario pegado al móvil y daba una oportunidad que le salió bien mientras los resultados se daban, pero volvieron a las andadas tras el mercado de invierno que tuvo dos movimientos. Tres fichajes en total metiendo a Melamed confirma la situación del Almería.
Hombre de club
El Almería está pagando una decisión valiente del entrenador, que lejos de meter la pala optó por la confianza y dar cariño a los futbolistas sin mirar su pasado reciente. Ha tenido plenas competencias para limpiar, apostar y remodelar, siempre desde su condición de hombre de club, y esto le ha llevado a una situación insostenible por los marcadores. Sabe Rubi que le salva su contrato de tres años en el Almería y que toda la confianza dada por el presidente ha pasado a la historia. Pende de un hilo para seguir en el cargo y para cumplir los tres años que firmó. Un cambio de propiedad implica negociar un nuevo contrato si las ideas del nuevo dueño no son las mismas de Turki. Lo ha tenido todo en sus manos (lo sigue teniendo) pero los marcadores no llegan y siempre se mira más al banquillo que a la plantilla. El presidente no reparó en los que mandan: los resultados.