La provincia de Almería ha encendido las alertas ante el riesgo creciente del virus del Nilo Occidental, una enfermedad transmitida por mosquitos cuya circulación ha ido extendiéndose por Andalucía a razón de 150 kilómetros por año, alcanzando ya zonas que hasta hace poco se consideraban fuera de peligro. Este avance, sumado a un invierno especialmente lluvioso y a las altas temperaturas de la primavera, ha colocado a varios municipios en una situación delicada que exige respuestas firmes y coordinadas.

Nueve municipios almerienses —Carboneras, Cuevas del Almanzora, Garrucha, La Mojonera, Los Gallardos, Mojácar, Pulpí, Roquetas de Mar y Vera— han sido catalogados por la Junta de Andalucía como zonas de riesgo medio de transmisión. Esta clasificación implica la obligación de intensificar los controles contra el mosquito, principal vector de la enfermedad, en especial tras las últimas precipitaciones que han dejado grandes bolsas de agua estancada, perfectas para la reproducción del insecto.

Actuaciones

En respuesta, ayuntamientos como los de Vera, Pulpí o Roquetas de Mar han puesto en marcha dispositivos especiales de fumigación y vigilancia. En Vera, por ejemplo, los trabajos comenzaron en cuanto cesaron las lluvias, con vehículos todoterreno equipados con cañones pulverizadores que distribuyen Bacillus thuringiensis, un biocida respetuoso con la fauna local, para atacar directamente las larvas. Las autoridades locales también han hecho un llamamiento a los vecinos para revisar sus propiedades y eliminar posibles focos de cría: fuentes sin mantenimiento, piscinas sin tratar, recipientes con agua o aljibes descubiertos.

En Roquetas de Mar, el Ayuntamiento ha reforzado su plan anual de control de plagas con un incremento de medios técnicos, vehículos motorizados y productos larvicidas. “La combinación de calor y lluvias exige una actuación más intensa”, explica el concejal de Medio Ambiente, Juan Carlos Muyor. El operativo, a cargo de la empresa Athisa Medio Ambiente, incluye vigilancia diaria en zonas húmedas y vegetadas, donde se refugian los mosquitos adultos. Mikel Alexander González, entomólogo de la compañía, ha insistido en que, si bien no hay motivos para el alarmismo, sí se debe actuar con prudencia: “Mosquitos hay, y los habrá más, pero los que transmiten el virus del Nilo no son los predominantes en esta zona”.

Andalucía, en alerta

No obstante, el riesgo no se limita solo a estos municipios. La Junta de Andalucía ha catalogado a más de 400 localidades en toda la comunidad con niveles medio o alto de transmisión, lo que afecta directamente a siete millones de andaluces. Por ello, se ha puesto en marcha una actualización del Programa de Vigilancia y Control de Vectores de la Fiebre del Nilo Occidental, que incorpora una docena de novedades, como un modelo predictivo mejorado, mayor número de trampas para mosquitos (de 27 a 120), y una vigilancia epidemiológica ampliada que incluye incluso casos no neuroinvasivos.

El programa también redefine la clasificación de riesgo de los municipios, estableciendo tres niveles (bajo, medio y alto), e introduce la figura de “área en alerta” para aquellos donde se detecte circulación activa del virus. Además, se ha adelantado a marzo la comunicación de los niveles de riesgo a los ayuntamientos, que son los encargados de ejecutar los tratamientos de desinsectación en el marco de sus competencias.

Desde la Consejería de Salud y Consumo, su titular Rocío Hernández defiende que todas las administraciones están “remando en la misma dirección” y que la coordinación con diputaciones y consistorios está funcionando. La Junta insiste en que su programa anual permite adelantarse a la propagación del virus y detectar precozmente su llegada.

Asimismo, en declaraciones a Cadena SER Levante, el delegado de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía en Almería, Juan de la Cruz Belmonte, quiso tranquilizar a la población a principios de esta semana ante el aumento del número de pueblos catalogados con riesgo medio. “La clasificación de riesgo es el estudio del control y la prevención que tiene que hacer cada municipio. Hemos observado que hay mayor abundancia de mosquitos y, por lo tanto, mayor probabilidad de que ese mosquito pueda llegar a nuestra zona y provocar algún tipo de infección”, declaró. 

Sin embargo, el Plan Municipal de Vigilancia y Control Vectorial “ayudará a detectar el incremento del número de mosquitos y en el momento en el que haya uno actuamos de una forma mucho más contundente porque pasamos al nivel de riesgo alto”.

Todas las administraciones están “remando en la misma dirección”

Mientras tanto, la ciudadanía y los responsables locales extreman la vigilancia. En la capital también se han aplicado tratamientos larvicidas en zonas sensibles, y en localidades como Garrucha y Adra se han identificado y tratado puntos críticos donde la acumulación de agua es especialmente persistente.

El verano se aproxima, y con él, el periodo de mayor riesgo de transmisión del virus. Las próximas semanas serán claves para contener la expansión del mosquito y evitar nuevos casos humanos, como los registrados en 2024, donde la enfermedad se cobró la vida de 11 personas.