De estudiar en La Salle a trabajar en el Tribunal de Cuentas Europeo. Así se podría resumir la trayectoria de Jaime Rivas, un joven almeriense de 29 años que ha conseguido –a golpe de esfuerzo y constancia– trabajar en la Unión Europea y vivir la vida que siempre deseó en el país más rico de todo el continente.

Su camino hasta Luxemburgo –sede de la institución europea en la que trabaja– está lleno de experiencias, aprendizajes y, sobre todo, mucha persistencia. Con casi 18 años, Jaime decidió marchar a Granada para iniciar sus estudios universitarios en Derecho y Ciencias Políticas. Entre asignaturas, exámenes y, esperemos, algún que otro descanso universitario, optó a la primera de las oportunidades que, directa o indirectamente, le han llevado hasta cumplir el sueño que está viviendo.

El interés por lo desconocido

Como muchos otros estudiantes, el joven almeriense aplicó para realizar una estancia académica en otro país europeo, el comúnmente llamado Erasmus. Iba a estudiar un curso completo en Varsovia, capital de Polonia, y sin saberlo aún, algo dentro de él despertó: "Al llegar allí, vi que no podía mantener una conversación completa en inglés, pero me interesé por nuevas culturas y países", detalla para LA VOZ. 

Esa chispa por el interés de vivir en el extranjero, de conocer, de visitar y de observar más allá de la zona de confort fue lo que, de repente, surgió en su interior. Nada más terminar el Erasmus, Jaime se fue a trabajar durante el verano al Aeropuerto de Gatwick, en Londres. Consiguió el trabajo gracias a un amigo y, sin dudarlo, se plantó en la capital del Reino Unido con un objetivo claro: mejorar el inglés que tanto le impidió relacionarse durante su estancia en Varsovia. 

"Cuando llegué hablaba de manera un poco primitiva, aún con gestos. Encontré una habitación diminuta en casa de una señora. Trabajaba por el día y estudiaba inglés por la noche", apunta el almeriense mientras recuerda aquellos años.

La oportunidad

Al volver a Granada, algo había cambiado. La opción de trabajar o estudiar en el extranjero, que antes quizás no pasaba con tanta fuerza por su mente, ahora sí lo hacía. Lo hacía, en parte, por los salarios, tal y como él mismo cuenta: "Vi que allí los camareros hacían cantidades desorbitadas de dinero con horarios decentes y, mientras en Almería los salarios estaban muy bajos". 

Su inglés había mejorado para entonces, aunque decidió volver otro verano a Inglaterra, en este caso, a Manchester. Terminó su carrera en Granada y, como muchos otros estudiantes recién graduados, no recibió la oferta de empleo que buscaba. Pero un día deslizando en redes vio lo que esperaba.

"Mirando en Facebook encontré algo de unas oposiciones para las instituciones europeas. Me informé y decidí prepararlas", relata. No fue una experiencia fácil. Jaime compaginó estas oposiciones con la difícil época del Covid y, entre la incertidumbre y los aplazamientos de exámenes, decidió dejarla de lado. Lo dejó para estudiar un Máster en Derecho Europeo en Utrecht, Países Bajos.

Una beca de 6 meses

Sin saberlo, y después de haber terminado su máster, allí fue donde recibió la primera de sus grandes oportunidades. Las instituciones europeas lanzaron unas becas para aprender durante 6 meses en sus instalaciones a gastos pagados. Aplicó y fue elegido. Octubre de 2022 fue la fecha en la que Jaime volvió a hacer sus maletas para, en este caso, trasladarse de Países Bajos al país en el que aún hoy reside. 

Pero claro, aquella beca tenía una duración máxima de 6 meses. Y, tarde o temprano, aquel sueño iba a terminar. Entró en el sector privado, pero empezó a preparar una nueva oposición distinta a la anterior en las instituciones europeas y, ahora sí.

En tan solo 1 semana estaba trabajando en el Tribunal de Cuentas Europeo, lugar donde lleva unos dos años siendo especialista en protección de datos e inteligencia artificial y donde, según él mismo, no tiene pinta de que se vaya a mover. 

"Luxemburgo es un país hecho para extranjeros"

Su vida ahora en el país europeo es una parte ineludible de su trabajo. "Luxemburgo es un país que está hecho para extranjeros. Las opciones gastronómicas, por ejemplo, son muy variadas y de distintos países", explica Jaime. Una gastronomía que, aunque soporte, no puede llegar a comparar con la almeriense. 

"Los servicios, la calidad de vida y las posibilidades en Luxemburgo, a diferencia de España, son mejores. Pero en cosas primarias como tomarse una buena comida con amigos mientras brilla el sol, gana Almería", cuenta. 

De momento, este almeriense planea seguir en Luxemburgo. Su trabajo le ha costado llegar hasta donde está y, claro, tiene que aprovecharlo y disfrutarlo. No descarta volver a su tierra en unos años –seguramente influenciado por su familia, amigos y, por qué no, el sol y buen clima–, pero para eso todavía hay tiempo...