ALMERÍA
Un joven afincado en Almería crea una revolucionaria aldea virtual para hablar con Aristóteles o Platón
El desarrollador señala el videojuego como una forma creativa y ligera de asentar asignaturas áridas como la filosofía

Un fotograma de la aldea virtual de filósofos programada con IA por Miguel Otero.
Imagina entrar en un bar cualquiera de Almería y encontrarte, copa en mano, al mismísimo Alan Turing charlando sobre lógica y algoritmos. O pasear por el parque y ver a Platón, sereno, sentado en tu banco favorito, justo ese donde te pararías a comer pipas si aún quedasen tardes de adolescencia. Incluso podrías llegar a casa y encontrar a Sócrates en tu salón, esperándote para hacerte la pregunta que nunca habías formulado. Parece una fantasía, sí. Pero en Almería, esa fantasía empieza a tomar forma.
La aldea virtual de la filosofía no es solo un videojuego. Es una puerta al pasado, una experiencia inmersiva que utiliza inteligencia artificial para devolvernos a figuras como Ada Lovelace, Leibniz o Aristóteles, no como estatuas de museo, sino como interlocutores vivos, listos para conversar. Una propuesta tan ambiciosa como provocadora, que está haciendo temblar los cimientos de la enseñanza tradicional: ¿y si las clases magistrales tuvieran los días contados?
Detrás de esta revolución se encuentra Miguel Otero, un joven ingeniero gallego afincado en Roquetas de Mar que ha hecho de la educación su verdadera pasión. En su canal de YouTube, The Neural Maze, explora los límites de la inteligencia artificial con un entusiasmo contagioso. Pero su obra más disruptiva está aquí, entre los píxeles y las ideas, en esa aldea donde los genios del pasado vuelven para hablar con nosotros. Así lo explicó en la última charla de la comunidad tecnológica AlmeríaTech, donde la acogida de su proyecto fue más que abrumadora.

Miguel Otero, desarrollador de la aldea virtual y fundador de The Neural Maze.
Aprendizaje en el siglo XXI
"La filosofía suele concebirse como una asignatura árida, difícil de entender. A mí, en cambio, siempre me ha fascinado". Un día Miguel se levantó con el brillo en los ojos de una bombilla encendida. ¿Y si existiese otra manera de enseñar filosofía e historia? ¿Y si aprender no fuera sinónimo de memorizar un libro de 200 páginas?
Así nació su revelación: devolver a la vida a los grandes pensadores a través de tecnologías como ChatGPT. Que los jóvenes no tuerzan el gesto al escuchar "Kant" o "Descartes", sino que sientan curiosidad por entenderles. Que Platón pueda responder en tiempo real a tus dudas sobre el mito de la caverna. Que Ada Lovelace te explique, con sus propias palabras, por qué fue pionera en la programación. Frente al miedo catastrofista que rodea a la inteligencia artificial, Miguel se situó justo en el lado contrario, demostrando que esta tecnología puede abrir caminos nuevos, útiles y profundamente humanos.
Manos a la obra, el ingeniero construyó una base de datos monumental: las obras completas de cada filósofo, sus cartas, tratados y hasta las interpretaciones de estudiosos contemporáneos -clave para figuras como Sócrates, cuyos textos se perdieron en el tiempo. El objetivo era claro: evitar lo que él llama "alucinación", una tendencia de los modelos de IA a inventarse los hechos. "Uno de los grandes problemas de estas tecnologías es que a veces se inventan cosas. Si alimentas al sistema con una base sólida, ese problema desaparece", asegura.
¿El resultado? Una villa en la que el estudiante es un personaje que, a la vez que se mueve por el mapa, se va encontrado a los distintos pensadores, a quienes se puede preguntar por sus hazañas, discutir sobre sus ideas o conversar tranquilamente. Por ahora, todo ocurre por escrito, pero la siguiente versión permitirá hablar con ellos como si fuera una llamada telefónica.
El ingeniero ya sueña con que estudiantes de secundaria, bachillerato o incluso de la universidad puedan recorrer esa villa y sentirse dentro de la historia. "Una cosa que me fascina de los modelos de lenguaje es que funcionan como espejos: si tus preguntas son simples, las respuestas también lo serán. Pero si entras en profundidad, ellos también lo hacen. Son un reflejo de tu curiosidad y edad", concluye.