Un mensaje inesperado. Una fotografía filtrada en un grupo de WhatsApp sin consentimiento. Una contraseña robada. Una amenaza, por parte de tu pareja, amigo o incluso de un familiar. En Almería, como en tantas otras partes del país la violencia de género ha encontrado un nuevo escenario: el digital.

Silenciosa, invisible y, en muchas ocasiones, ignorada. La violencia digital es una realidad, que afecta especialmente a las mujeres y a los menores de edad. Esta forma de control obliga a instituciones, profesionales y ciudadanía a adaptarse a un nuevo tipo de agresión, una que cabe en el bolsillo, vibra en silencio y vigila desde cualquier pantalla. 

Una forma de violencia propia de la era digital

El Ministerio de Igualdad, a través de la Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género, insiste en visibilizar este tipo de violencia al hacer públicos los resultados del estudio 'Violencia contra mujeres, niñas, niños y adolescentes en el ámbito digital'.

El informe ha sido elaborado por la Asociación de Mujeres Juristas Themis. Las investigaciones de la ONU reflejan que más del 73 % de las mujeres ha sufrido violencia en internet. Además en el 90 % de los casos, las víctimas de difusión de imágenes no consentidas afecta a mujeres.

La situación en Almería 

En Almería la violencia digital está ya integrada en el mapa de las violencias que afectan a la provincia y a la comunidad andaluza. Aunque la mayor parte de las estadísticas oficiales sobre violencia de género se siguen recogiendo en términos generales (físicos, psicológicos, sexuales y económicos), en los últimos años las administraciones y los servicios especializados han ido reconociendo y atendiendo específicamente los daños producidos por la tecnología.

Laura Galera, educadora social, trabaja en el Centro de Servicios Sociales Columbares , como técnica en el Programa de Acogida Integral de Mujeres Víctimas de Violencia de Género o en riesgo de serlo. Galera expresa como la provincia se enfrenta a una situación preocupante en materia de violencia de género: "En el registro aparecen más de 21.000 casos de VioGen y casi 3.000 casos activos que reflejan la magnitud de esta problemática". 

Los jóvenes son los principales afectados

El ámbito juvenil es, quizá, el más preocupante. El inicio de relaciones afectivas en edades tempranas se cruza con dinámicas de control y acoso en redes sociales. “Cada vez afecta en chicas más jóvenes, donde en la mayoría de los casos no detectan ni reconocen el comportamiento como abusivo o controlador”, explica Galera. 

En el año 2024 la Junta de Andalucía atendió en sus servicios especializados cerca de 200 mujeres víctimas de violencia digital. El 85 % de las afectadas eran menores de edad, lo que evidencia el impacto del fenómeno entre adolescentes y jóvenes.

Galera advierte de la normalización del control —revisar el móvil, pedir contraseñas o exigir saber la ubicación— . “La exposición a patrones de abuso en edades tempranas puede tener impactos significativos en el desarrollo emocional, psicológico y social de las niñas”, añade.

Un problema añadido es que muchas adolescentes no disponen de información suficiente para identificar las señales de alerta. “No están suficientemente informadas sobre cómo actuar ante estas situaciones. La falta de educación y conciencia las hace más vulnerables”, sostiene Galera.

El trabajo de acompañar y prevenir

Ante este panorama, la labor de los profesionales de intervención social se convierte en un pilar fundamental. Galera lo resume así: “Es bueno saber que hay asociaciones y diferentes recursos dispuestos a ayudar y no tienen porque enfrentarse a eso solas". 

A quienes piensan que los celos o el control “son normales” dentro de una relación, la educadora social envía un mensaje claro: “El control o los comportamientos que te hacen sentir incómoda, insegura o que te limitan de alguna manera no son normales en una relación saludable”.

La violencia se traslada a móviles, redes sociales, y plataformas en línea. La prevención y la educación digital se convierten en herramientas esenciales: aprender a detectar señales de control en internet, cuestionar la normalización del acoso en redes y dotar a los jóvenes de recursos para proteger su intimidad digital es tan importante como el acompañamiento personal. 

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