Barcos de cartón y sardinas de papel: unas Fiestas del Pescador para los más pequeños de Carboneras
La Escuela de Verano convierte la tradición marinera en juegos, talleres y convivencia para los niños del municipio

Virgen del Carmen elaborada por los niños de la Escuela de Verano 2025 y otros juegos
En Carboneras, el mar es memoria, trabajo y futuro. Pero cuando llega a las manos de los niños se convierte también en juego, en música y en descubrimiento. La pasada semana, ese mar se coló en las aulas de la Escuela de Verano, que se transformaron en un puerto alegre y creativo lleno de sardinas de papel, barcos de cartón y hasta una Virgen del Carmen hecha con sus propias manos. Todo para celebrar unas Fiestas del Pescador hechas a la medida de los más pequeños.
Una iniciativa pensada para acercar el espíritu marinero de Carboneras, pero también para hacerlo desde la inclusión. Porque esta vez no estaban solos: también participaron los niños y niñas de la Escuela de Verano de Carboneras Inclusiva, impulsada con la colaboración del área de Políticas Sociales. Y juntos demostraron que el mar —como la vida— es más bonito cuando se comparte.

Las dos escuelas juntas en una mañana de convivencia
“Queríamos que los niños participaran de la realidad festiva de la localidad, que conocieran el sector pesquero y aprendieran a valorar lo que nos da el mar”, destacó la concejal de Políticas Sociales, Ángeles Carrillo, que subrayó además el compromiso con la igualdad de oportunidades: “Siempre es una prioridad ofrecer a todos los niños, con independencia de sus necesidades, la posibilidad de compartir y disfrutar”.
En la misma línea, la coordinadora de la Escuela, Cristina López, añadió: “Cada semana tiene una temática y esta vez tocaba el mar. Hemos querido que todos los niños se sintieran parte de la fiesta. Lo hemos hecho con música, cuentos, charlas y juegos”. Además, señala que sin la ayuda del Ayuntamiento de Carboneras, ninguno de los proyectos sería posible.
Talleres para conocer el mar
De la mano de Carbopesca, los pequeños se convirtieron en aprendices de pescadores: clasificaron especies, jugaron con fichas educativas y aprendieron por qué el mar es un tesoro que hay que cuidar. Todo entre dinámicas divertidas que convertían cada lección en una aventura.
La fantasía llegó con el cuentacuentos 'Félix y el mar', de Cristina Paz, que les arrancó risas mientras les recordaba una verdad sencilla: el futuro de Carboneras también depende de cómo se cuide la naturaleza.
Y como en toda fiesta, no faltó el color: barcos decorados, sardinas pintadas, espetos en miniatura, 'photocalls' con barcos y hasta un muñeco que representaba a la Virgen del Carmen. Todo hecho por ellos, porque aprender se disfruta más cuando se toca con las manos.

Talleres de Carbopesca para los más pequeños de la Escuela de Verano
Convivencia inclusiva
La participación conjunta de la Escuela de Verano de Carboneras Inclusiva dio a las jornadas un carácter especial. Hinchables, personajes de televisión y manualidades compartidas transformaron el patio en un espacio donde todos jugaban, reían y encontraban su sitio. No había diferencias, solo ilusión.
Allí, los niños aprendieron que la verdadera fiesta no estaba en los disfraces ni en los juegos, sino en la posibilidad de estar juntos, de mirarse como iguales y descubrir que cada uno tiene algo único que aportar. Los más pequeños enseñaron a los mayores a reír sin miedo y los mayores les devolvieron la confianza de sentirse parte de algo grande.
Y es que más allá de todo lo realizado, la mayor lección fue la convivencia: la certeza de que en Carboneras todas las manos cuentan, todas las voces suman y que, cuando se rema al mismo compás, siempre se llega a buen puerto.

Alumnos de la escuela de verano de El Llano de Don Antonio con los muñecos de la TV
Una experiencia compartida
Con un equipo de 37 profesionales, entre maestros y monitores, y más de 250 alumnos, como han confirmado Carrillo y López para LA VOZ, la Escuela de Verano ha vuelto a demostrar que aprender puede ser sinónimo de reír, crear y compartir. Asimismo, la concejal agradeció la colaboración del alcalde, Salvador Hernández, de Juana Granada, directora del Centro de Servicios Sociales Comunitarios Levante Sur, de Carbopesca, de la Biblioteca Municipal y de todo el equipo docente, “que han hecho posible unas jornadas que quedarán en el recuerdo de los pequeños”.
Las Fiestas del Pescador dejaron procesiones y música, sí. Pero también dejaron otra estampa inolvidable: la de un centenar de niños pintando, cantando y jugando alrededor de un mar que no solo es paisaje, sino identidad, presente y promesa de futuro.
Porque en Carboneras, el mar no se hereda: se aprende, se comparte y se celebra. Y esta vez fueron los pequeños quienes lo recordaron con la fuerza de su risa, escribiendo un capítulo que se guardará en la memoria del pueblo.