La Voz de Almeria

Adra

Los baños de Eugenia de Montijo en Adra

El lleno de las playas de Adra se producía en la víspera del Día de Santiago

Fachada principal de la desaparecida Fábrica de fundición de plomo San Andrés de Adra, estancia de Eugenia de Montijo.

Fachada principal de la desaparecida Fábrica de fundición de plomo San Andrés de Adra, estancia de Eugenia de Montijo.La Voz

Pepe Cazorla
Publicado por

Creado:

Actualizado:

En:

Casi veinte kilómetros de costa dan al municipio abderitano una completa variedad de playas aptas para todos los gustos. A ellas acuden los bañistas por millares en estos días donde la canícula deja sentir su rigor, pero a excepción de la playa de San Nicolás, no sé producen abigarramientos de personas que impidan disfrutar plenamente del baño, el sol o el ejercicio. Su característica es completamente distinta, ya estén al Este o al Oeste del puerto. 

Son las de levante, bajas y de arena fina debido a los aportes del río Adra, siendo las más concurridas de la ya citada, la de Benaluquete, La Palma, La Habana y Las Albuferas. Las situadas al otro lado del puerto son la de Poniente, Sirena Loca, Las Gaviotas, Lance de la Virgen, Guainos, La Alcazaba y La Juana. Su característica es de acantilados y pequeñas playas muy abrigadas y con numerosos escollos que emergen acá y allá para hacer las delicias de los nadadores.

Estas playas están constantemente vigiladas por los miembros de la Protección Civil que con embarcaciones zodiac que acuden con destreza a los lugares donde son requeridos. Su contaminación es mínima, así como el número de bañistas que suelen pasar en ellas unas jornadas muy agradables. 

Estos lugares de quietud y poco bullicio son precisamente el escenario que buscan los famosos ávidos de publicidad. Por eso algunas veces contamos entre nuestros huéspedes con algún artista de renombre, algún médico eminente o multimillonario excéntrico.

El turismo que aquí recibimos, mayoritariamente, se compone de personas que alguna vez vinieron por estos pagos y prendados de su clima y de los valores humanos de sus gentes, vuelven un año y otro a encontrarse con los amigos. Aquí se les conoce, se les aprecia y se les estima y ellos pagan con la misma moneda y como esto aumenta cada año, el número de visitantes se incrementa hasta el punto de hacer insuficiente. nuestra infraestructura hotelera, indudablemente poco desarrollada.

Emperatriz y consorte Eugenia de Montijo

El lleno de las playas abderitanas se producía tradicionalmente y con una antigüedad que se pierde en la sombra de los siglos en la noche de Santiago, que; curiosamente es la víspera del día del santo. 

Miles y miles de personas de todas las condiciones sociales, se desplazaban a las playas en los medios más variados, de los vecinos pueblos del interior y cortijadas cercanas, para las doce en punto de la noche darse el primer baño, que luego completarán a lo largo de la jomada hasta contar quince a la puesta del sol. 

Respecto a veraneantes ilustres, nuestra ciudad cuenta entre los que fueron sus huéspedes ocasionales a la que fuera emperatriz y consorte de los franceses Eugenia de Montijo. La desaparecida marquesa de Caicedo contaba con todo pormenor la anecdótica visita: Era el marqués de Heredia asiduo visitante durante su estancia en la corte, de los salones de la condesa de Teba, madre de Eugenia y Francisca Guzmán y Palafox. 

En una de sus tertulias, indicó, don Manuel Agustín Heredia, que con sumo placer las invitaba a pasar una temporada en Adra, lugar donde poseía una importante fundición de plomo y población que estaba relativamente cerca de Granada ciudad que doña Manuela visitaba con frecuencia. 

Contéstele la condesa con el desenfado que la caracterizaba, que posiblemente no tendría lugar apropiado para albergarlas, a lo que contestó el de Heredia, que efectivamente, pero que para el verano lo tendría. 

De regreso a Adra, puso el dueño de la fábrica manos a la obra y siguiendo el consejo del ingeniero inglés Mr. Pattinson edificó una tercera planta en el edificio principal que tenía diecinueve estancias además de cocinas, despensas, así como una sala para poder tomar baños. 

Terminada al final de la primavera y amueblada con toda celeridad, permitió que Eugenia de Montijo, acompañada de su madre, hermana y servidumbre, pudiera disfrutar de nuestro inigualable clima de verano de 1843. Visitas, que luego repetiría esporádicamente cuando por aquellas fechas dejaban París o Madrid para instalarse en Granada.

tracking