El agua y ‘fango’ milagrosos de la comarca
La Charca de la Marrana o los Baños de Guardias viejas eran considerados puntos `sanatorios`

La charca de la Marrana actualmente, rodeada de la vegetación de la zona.
Aguas medicinales en lugares místicos que prácticamente ya son desconocidos para las nuevas generaciones. Quizás cuesta crear que hace tan solo 40 años, familias enteras acudían a la llamada ‘Charca de la Marrana’, en Punta Entinas, en busca de su ‘fango’ y aguas curativas para paliar sus males, como dolores de piernas, reumas o problemas en la piel. “Recuerdo ir con mi tío, cuando yo era un niño, y con mi padre siguiendo la pista de ese fango milagroso. Se embadurnaban enteros y luego se secaban con un cuidado milimétrico hasta que no quedaba nada”, cuenta José Gabriel Luque, vecino del núcleo de Guardias Viejas.
Se hablaba de que las propiedades únicas en la tierra de la zona y las sales era lo que hacía que, igual que un milagro, se aliviase el dolor o afección que la persona tuviese.
Actualmente, el camino de acceso a la charca se hace complicado por miles de matojos que prácticamente obstruyen el paso. “Se perdió la tradición”, explica Luque con nostalgia; “era como una fiesta cuando íbamos, era un día especial”. El camino de ‘La Rasa’ era el que conducía hasta allí, iba directo a las aguas ‘sanadoras’. Era tanta la tradición y la demanda de los vecinos de la comarca que había días en los que se generaban colas para hacer uso de los efectos del barro ‘prodigioso’.
Como José Gabriel, muchos vecinos de la zona echan de menos los días a los que acudían a la Charca de la Marrana. Eran jornadas felices.
Las termas
Era el otro punto de agua ‘curativa’, junto con la charca de Punta Entinas. Los Baños de Guardias Viejas fueron muy solicitados desde la antigüedad, ya que se decía que el líquido que de allí brotaba servía como un bálsamo magnífico para curar el reuma, la parálisis y las afecciones de piel. En el siglo XIX acudía muchísimo público, sobre todo gente de clase alta de los pueblos de la comarca y de la Alpujarra, entre otros.
Multitud de veces se ha hablado de establecer estrategias para atraer al turismo, y uno de los puntos que pueden ser clave son estas termas romanas, cerradas ahora al público.
Actualmente, aunque la tradición no está tan viva como hace unos años, también acuden vecinos, aunque el acceso está restringido a vehículos.
El médico ejidense Juan Manuel González, achaca el éxito de esta charca a las “buenísimas propiedades del barro para todo lo que tenga que ver con la piel”.