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Las chicas de oro almerienses: jubiladas, virales y sin tiempo para aburrirse

Manoli, Lola y Charo son tres amigas que se han hecho virales en redes sociales gracias a su desparpajo y autenticidad

Manoli, Lola y Charo, las chicas de oro de Abla.

Manoli, Lola y Charo, las chicas de oro de Abla.La Voz

Elena Ortuño
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Reunidas en "el bar de la esquina de su pueblo", entre risas y riñas cariñosas, Manoli, Lola y Charo son la viva imagen de que la juventud se puede secuestrar a pesar de la sucesión de hojas en el calendario. "¡Qué mal estamos por las mañanas! Es que Charo ya me ha tirado el móvil al suelo dos veces!", revelan a modo de disculpa al inicio de esta entrevista. Hablan todas a la vez, con la ilusión de quienes ven la jubilación como una oportunidad y no como un punto y final: "Es que le han regalado un reloj inteligente y ahora puede hablarle al aparatito. Por si no hablase ya suficiente... Nos tiene locas!", se ríen.

Con esa naturalidad y una eterna sonrisa dibujada en sus rostros, estas tres abulenses, que rondan los 68-69 años, han logrado hacerse un hueco en el exigente algoritmo de TikTok a través de sus vídeos en una cuenta tan castiza como sus protagonistas. Bajo el usuario de @manuela.ortiz.bon, sus creaciones son reflejo de la férrea amistad que las une, así como de la vida cotidiana de uno de los pueblos más auténticos de los Filabres.

Los vídeos que lo cambiaron todo

Sus comienzos fueron fruto del azar. Una mañana, un pequeño colibrí decidió posarse en una de las macetas florecidas de Manoli. Mientras el animalito se alimentaba del néctar, la abulense sacó el móvil de su bolsillo y comenzó a grabar un vídeo que, días después, decidió subir a sus redes sociales: "Entonces vi cómo la gente comentaba, cómo le daba me gusta y, enseguida, tenía mil visualizaciones. Dije: '¡Madre mía!' Corrí a contárselo a las demás", relata con emoción.

Charo fundó la cuenta de TikTok con la eficacia de un general en zapatillas: dio la orden y su hija, obediente, la ejecutó. No tardó en convertir aquel perfil en un escenario compartido, reclutando a sus dos cómplices de vida (Manoli y Lola) para que la cosa tuviera más arte. Así nació el trío que hoy el pueblo entero conoce como "las chicas de oro de Abla". "Primero acudí a Charo. Le expliqué que grabaríamos nuestro día a día, nuestras ocurrencias... Y así empezamos a hacer vídeos", confiesa.

Lola, tercer ángulo indispensable de su triángulo de la fama, llegó después en realidad, durante una noche para el recuerdo: "Íbamos a recogerla para salir en las fiestas. Recuerdo que era muy tarde, casi las doce, e hicimos un vídeo contando que en nuestra juventud esa era la hora de recogernos, no de salir". Aquella velada coincidió con las fiestas de los Santos Mártires, y ya fuese por intercesión de estos o por la gracia y el desparpajo de las abulenses, antes de que regresaran a sus casas el vídeo ya había alcanzado miles de visitas.

Hoy, sus creaciones son tan variadas como espontáneas. Desde escenas tan cotidianas como la caminata hacia el ensayo del coro hasta fechas más señaladas como la boda de la hija de Charo o la recreación romana de Abla, sus vídeos ni tienen guion ni lo necesitan: "Yo las engaño. Cuando veo que nos ha pasado algo interesante, empiezo a grabar. Como sé que no les molesta...", reconoce Manoli.

Sin tendencias y a su manera, también realizan vídeos con contenido social: "El otro día conocí a una doctora investigadora de enfermedades raras. Me pareció tan importante que la presenté en mi TikTok. Poder dar visibilidad y aportar mi granito de arena así, me llenó de satisfacción".

Dos de las chicas de oro, Manoli y Charo, en el photocall de los premios de La Voz de Almería.

Dos de las chicas de oro, Manoli y Charo, en el photocall de los premios de La Voz de Almería.La Voz

Tres historias tras la pantalla

"¿Qué quiénes somos? Nos conocen en toda la comarca. Pregunta por la Manoli de la posada, la Charo de los quesos y la Lola la carnicera", reconocen orgullosas. Abulenses de toda la vida (con la única excepción de Charo, que es extremeña, pero lleva en Abla más de 30 años) son muy queridas entre los vecinos: "Nosotras, que hacemos teatro, somos capaces de reunir, con el resto de la compañía, a 500 personas en un pueblo de 1500 habitantes. Eso nos llena de orgullo".

Manoli, curtida en los invernaderos de El Ejido y reconvertida en cuidadora, descubrió la tecnología como quien encuentra una nueva patria: con recelo primero, con pasión después. Lola, peluquera precoz desde los 16, pasó de moldear cabellos a cuidar personas, también con la ayuda a domicilio. Y Charo, la más nómada, sin títulos pero con calle, vendía moda y alta costura en las boutiques frente a las Cortes de Madrid.

Las chicas de oro almerienses en uno de sus viajes.

Las chicas de oro almerienses en uno de sus viajes.La Voz

Ninguna estudió redes sociales, pero todas entendieron que la autenticidad no se aprende: se vive. Y así, entre risas, coros y vídeos virales, estas tres mujeres han convertido su historia en un manifiesto de reivindicación contra el olvido. 

Su bautizo tecnológico llegó con Manoli, quien, una vez dejó atrás los almacenes agrícolas, se dedicó, como Lola, al cuidado a domicilio: "Yo llegaba y escuchaba a los vecinos decir: 'ya está aquí la limpiadora...' y mí no me sentaba bien. Con lo importante que es nuestro trabajo... Cuidamos a tus familiares, que están enfermos", relata. 

Fue esa necesidad de dar visibilidad a aquello que hacían el motivo por el que comenzaron a instruir a la almeriense en redes sociales. El resto de la historia ya la conocen: un colibrí despistado y una visión sincera que destacó en el mundo de las apariencias: TikTok.

Más allá de los focos, los likes y los algoritmos, estas tres mujeres siguen viviendo como si el reloj les debiera horas. Estudian en la que llaman "la Universidad de Mayores", con la misma curiosidad con la que otros se lanzan a la bolsa; cantan en tres coros distintos, y se apuntan a charlas de salud, cine y gimnasia con la disciplina de un regimiento. No hay quien las pare. Y es que si algo han aprendido estas veteranas del TikTok, es que la vida no se archiva: se vive, se canta y se comparte. Y ellas, desde luego, no han venido a este mundo a quedarse quietas.

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