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Almería acoge a 29 niños saharauis: "Esto no es una solución, es algo puntual"

Desde la Asociación Amigos del Sahara Almería reivindican la necesidad de una solución política que abogue por la paz en el Sahara Occidental

Los niños del programa

Los niños del programa "Vacaciones en Paz" posan junto a la bandera saharaui.Flor López

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Cada año, desde 1999, durante los dos meses de verano, familias de Almería abren sus puertas a decenas de niñas y niños saharauis, lejos del abrasador desierto del Sáhara.

Bajo el amparo del programa de acogida "Vacaciones en Paz" impulsado por la Asociación Amigos del Sáhara de Almería, en colaboración con el Ayuntamiento.

Gracias a la labor de esta asociación y al apoyo del Ayuntamiento, estos menores de entre 8 y 11 años, procedentes de los campamentos de refugiados de Tinduf, en Argelia, pasarán los meses más calurosos del año alejados de las extremas temperaturas del desierto y acogidos por familias almerienses. 

De esta manera, encuentran un respiro temporal, atención médica, alimentación equilibrada y, sobre todo, una experiencia de cariño y convivencia únicas. 

Amalia Martín junto a una de las pequeñas, Saadani, en la recepción organizada.

Amalia Martín junto a una de las pequeñas, Saadani, en la recepción organizada.Flor López

La acogida oficial ha tenido lugar este lunes en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, donde la concejala de Presidencia, Planificación y Proyectos Europeos, Amalia Martín, les deseó una feliz estancia. En su intervención, agradeció la implicación de la Asociación Amigos del Sáhara y destacó la importancia de un proyecto que ofrece "una oportunidad para conocer otra cultura, perfeccionar el español y, sobre todo, escapar de unas condiciones climáticas y sanitarias muy duras”.

La presidenta de la asociación, María Ramírez, puso en valor el esfuerzo organizativo que supone cada edición y recalcó el impacto que tiene en los menores: “Es un alivio pasar el verano aquí. Pueden ir a la playa, comer bien y disfrutar del verano que todo menor debería tener”.

La entrega de los detalles de parte del Ayuntamiento a los más pequeños.

La entrega de los detalles de parte del Ayuntamiento a los más pequeños.Flor López

El acto concluyó con la entrega de unos detalles como recuerdo de la bienvenida, además de una foto de familia en la azotea del Ayuntamiento, con la Alcazaba de fondo. Una imagen que simboliza la unión y el compromiso que existe en la provincia. 

Familias, pequeños y Ayuntamiento unidos, con la Alcazaba la Almería de fondo.

Familias, pequeños y Ayuntamiento unidos, con la Alcazaba la Almería de fondo.Flor López

Una tierra marcada por el conflicto 

Todas las familias coinciden en un punto clave tras esta iniciativa: el bienestar de las niñas y niños es fundamental, respetan su cultura y aúnan esfuerzos para comprender y ofrecer a los menores todas las facilidades para que puedan estar cómodos. 

Debido al conflicto latente que aún perdura en las tierras saharauis, la sensibilidad y la preocupación están a la orden del día desde la asociación y las familias. 

La situación política es muy complicada, y no tenemos el compromiso de nuestro gobierno de buscar una solución pacífica”, denuncia María Ramírez, presidenta de la asociación. 

Para ella, este proyecto es un parche que no debe desviar la atención de la auténtica urgencia: resolver el conflicto del pueblo saharaui, una de las últimas poblaciones refugiadas del continente africano.

Dani, Víctor, Mohammed y Marwa, algunos de los niños que participan en el programa.

Dani, Víctor, Mohammed y Marwa, algunos de los niños que participan en el programa.Flor López

Los niños seleccionados para venir a España no son elegidos al azar: “Son menores con buenas notas y sin faltas escolares”, explica Ramírez. 

Una vez en Almería, son asignados a familias seleccionadas cuidadosamente para asegurar un entorno social y afectivo similar al que conocen en los campamentos, marcado por el juego en comunidad y la vida compartida.

Para los menores, la estancia es un alivio físico y emocional. “Las condiciones en los campamentos ya son duras todo el año, pero en verano se vuelven insoportables”, recuerda Ramírez. 

Aquí disfrutan de algo tan sencillo —y a la vez tan inaccesible en los campamentos— como una piscina. Saadani, una de las niñas acogidas, lo resume así: “Me gusta mucho todo, la piscina, la playa, todo”.

Lucía Izquierdo, una joven de 23 años, graduada en Ciencias Políticas y Derecho, lleva una década participando en la acogida junto a su familia: “Al principio éramos como hermanas… ahora soy casi como su madre o hermana mayor”. 

Su testimonio refleja el vínculo emocional duradero que muchas familias establecen con los menores acogidos. La relación no termina en agosto: siguen en contacto habitual, y algunas familias incluso han intentado gestionar estancias más largas o estudios en España para las niñas.

Sonia, Lucía y la pequeña Saadani.

Sonia, Lucía y la pequeña Saadani.Flor López

No obstante, las dificultades también están presentes. No todas las acogidas funcionan como se desea, y al igual que un menor puede no sentirse cómodo, algunas familias no logran adaptarse. Sin embargo, la red de apoyo de la asociación permite intervenir, reubicar a los menores y asegurar su bienestar. 

“Estos casos suelen ser puntuales, en esa ocasión la familia decidió no continuar, no consiguieron adaptarse. Al final, la niña terminó el verano conmigo y este año está con otra familia donde está feliz”, relata Ramírez.

Este año, para la familia que acoge a la menor es una satisfacción constante poder contribuir al bienestar de estos niños. 

"Para mi hija es una experiencia maravillosa, aprende mucho de ella, es una satisfacción poder ayudar. Llevarla a la playa, la piscina, el cine, notamos que está muy feliz...Además respetamos su cultura, tiene sus horarios de rezo y no come cerdo. También realiza dos llamadas al día con su familia para que mantenga el contacto y pueda hablar, ya que el idioma es otra barrera", explica Carlos Alberto Ruiz, el padre de acogida de la pequeña. 

Carlos, Carla, Maluma y María del Mar en la azotea del Ayuntamiento.

Carlos, Carla, Maluma y María del Mar en la azotea del Ayuntamiento.Flor López

A pesar de la dimensión humana y solidaria del proyecto, quienes trabajan en él insisten en que esto no puede invisibilizar la raíz del problema. “Esto es puntual. La solución es política, no asistencial, nosotros llevamos más de 20 años con este proyecto, y nos alegramos de poder contribuir, pero la respuesta es clara”, afirma con contundencia Ramírez. 

Tanto ella como otras voces implicadas recuerdan que mientras los gobiernos —incluido el español— no asuman su responsabilidad histórica y diplomática, miles de niños seguirán dependiendo de iniciativas civiles para obtener, al menos durante el verano, un respiro de dignidad.

Desde Almería, ese compromiso ciudadano se mantiene firme. Pero, como subraya Izquierdo al comparar la causa saharaui con la tragedia en Palestina, “se te ponen los pelos de punta pensar que con acciones comunes, aparentemente normales, podemos hacer que todo cambie en la vida de los pequeños, les abrimos nuestras casas y así tienen la oportunidad de pasar un verano maravilloso”. 

Además, Izquierdo cuenta a LA VOZ que meses previos a la puesta en marcha de esta iniciativa, surgieron problemas a nivel nacional con los procesos de acogida. 

"Desde Argelia se negaban a poner en regla el pasaporte colectivo que les hacen a los pequeños para que puedan venir", explica la joven de 23 años. Una situación que pone en relieve la situación, demostrando que no hay descanso en la lucha por el fin de este conflicto. 

Los niños del programa

Los niños del programa "Vacaciones en Paz" posan junto a la bandera saharaui.Flor López

Un año más, distintas familias de la provincia almeriense hacen acopio de valor para aprender de las niñas y niños saharauis, demostrando que aún existe un hilo de esperanza en una sociedad tan marcada por el odio. 

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