Ni Tabernas ni la Geoda: esta joya natural es la más desconocida de Almería
Es el punto culminante de una ruta de senderismo circular de 11 kilómetros

Ni Tabernas ni la Geoda: esta joya natural es la más desconocida de Almería.
Almería es una provincia que alberga impresionantes maravillas naturales como el desierto de Tabernas, único desierto en Europa; la Geoda de Pulpí, una de las geodas más grandes del mundo visitables; Las Canales de Padules, un oasis perfecto para los amantes del senderismo y el barranquismo, o el propio Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, con sus playas vírgenes y paisajes volcánicos.
Sin embargo, en el corazón del Valle del Almanzora, se encuentra una joya más desconocida pero igualmente espectacular: El estrecho de Urrácal. Este desfiladero, situado en la rambla Salada al pie del cerro del Castillico, es un impresionante paso natural esculpido por el agua y el viento a lo largo de los años, creando formaciones geológicas de gran belleza. Las paredes del desfiladero alcanzan varios metros de altura y, en su parte más estrecha, apenas están separadas por un metro y medio, lo que dificulta el paso de la luz del sol y ofrece una experiencia única para los visitantes.
Durante décadas, el acceso al estrecho estuvo bloqueado por la densa vegetación que creció en la rambla. Con el tiempo, las crecidas naturales ayudaban a limpiar el cauce, pero la construcción de diques provocó la acumulación de adelfas, zarzamoras y otros arbustos, impidiendo el paso. Gracias a las labores de limpieza realizadas en los últimos años, ahora es posible recorrer este desfiladero y disfrutar de su espectacular paisaje.
El estrecho de Urrácal es el punto culminante de una ruta de senderismo de 11 kilómetros, que comienza en la entrada del pueblo de Urrácal, cerca de la carretera AL-6102. La ruta es circular y se completa en unas cuatro horas y media, ofreciendo a los senderistas vistas panorámicas del entorno, con paradas en lugares como el cortijo de Los Gacheros y antiguos molinos que aprovechaban el caudal de las acequias.
Al llegar al desfiladero, los senderistas se enfrentan a un terreno angosto donde deben cruzar pequeñas rocas y el arroyo en varias ocasiones. La incertidumbre sobre el nivel del agua añade un elemento de aventura, ya que en algunos momentos es posible que el paso se vea interrumpido.
Este desfiladero se ha convertido en un destino imprescindible para los amantes de la naturaleza, que pueden disfrutar de una experiencia única en uno de los paisajes más emblemáticos del Valle del Almanzora.