Del Monte de Piedad a Unicaja Banco
Del Monte de Piedad a Unicaja Banco
A partir de los años 60, muchos almerienses venían al mundo con un pan bajo el brazo: sus padres o sus abuelos le abrían cartilla -aunque fuese sólo con veinte duros- en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Almería. A hora, esa institución financiera- que nació de los 13.000 reales que aportó una bienhechora, Carmen Giménez- se ha convertido en el tercer banco de cajas del país con un volumen de activos de 80.000 millones de euros.
La vieja Cajalmería, la hasta ahora Unicaja, antes aún, el pretérito montepío almeriense (tronco del que nació) ha pasado a la historia para convertirse en un banco moderno que mantiene su obra social y que pasa a denominarse Unicaja Banco S.A. tras absorber a Caja España-Duero.
En este nuevo gigante del sistema financiero español tiene también Almería enjugada parte de su historia: una historia de empeños de oro, de alhajas, de benditas ilusiones domésticas, de sueños de riqueza a la sombra de los tinglados de uva y también de bancarrotas colosales; una historia que nació del alma caritativa de una almeriense de la Plaza Marín que tenía fincas y reales de vellón para armar un ejército de mamelucos.
Doña Francisca Giménez era una oriunda sin descendencia nacida en 1809 que donó su inconmensurable fortuna -heredada de sus dos maridos Salido y García Acilú- al Obispo valenciano José María Orberá para constituir el Monte de Piedad de Almería.
Con esos 13.000 duros iniciales nació en 1900 el Montepío almeriense para ayudar a menesterosos. Hasta entonces, para conseguir un préstamo había que recurrir a las casas de usura que operaban en la ciudad a unos intereses inalcanzables para pobres labradores.
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