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“He sido feliz”: Julián se jubila en el colegio donde fue mucho más que un conserje

El CEIP Trina Rull de Olula del Río despide al que ha sido su conserje durante 13 años

Alumnos y compañeros despiden en un largo pasillo por el patio a Julián el día de su despedida.

Alumnos y compañeros despiden en un largo pasillo por el patio a Julián el día de su despedida.La Voz

César Lorente Venteo
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“Me encerraron en un aula como quien dice, y cuando tocó el timbre salimos y estaban todos en el patio, los niños, los maestros. Me hicieron un pasillo hasta la puerta y al final me emocioné tanto que hasta lloré”, recuerda Julián Sánchez sus últimos momentos como conserje del CEIP Trina Rull de Olula del Río, un centro donde ha pasado trece años que, dice, le han marcado para siempre. “Fue muy emocionante, de verdad”

“El Trina para mí ha sido mi segunda familia. Todo lo que he podido dar, lo he dado. Me quedo con la amistad con todos: con los niños, los padres, los maestros, con los monitores. No ha habido diferencia entre unos y otros”, cuenta con orgullo.

El día de antes de su jubilación, sus compañeros celebraron también con como merece alguien que ha sido mucho más que un trabajador. “Me organizaron una comida a la que vinieron todos los maestros, incluso otros que ya se habían jubilado. También vino mi familia. Fue una satisfacción enorme”.

Y es que Julián no ha sido un conserje al uso. Fue todo lo que el colegio y, lo más importante, los alumnos necesitaron en cada momento. “He sido educador, psicólogo, fontanero, carpintero. El caso es tirar para adelante”, cuenta riendo.

Un hombre para todo

En este sentido sus compañeros, desde el centro también insisten en su labor polifacética. “Durante 13 años, Julián ha sido una pieza fundamental en el funcionamiento del Trina Rull”, afirma la directora, Loli Gómez. “Ha sido fontanero, electricista, pintor, jardinero o enfermero, y ha desarrollado todas estas tareas de manera ejemplar”.

Su trato con el alumnado fue siempre respetuoso, cercano y cómplice. “Me cuentan muchas cosas, soy como un confidente. Les gasto bromas y siempre los llamo por su nombre, que eso para mí es muy importante”. Aunque no era su función, reconoce que cuando tenía que llamar la atención a un niño o una niña, lo hacía desde la empatía: “Yo no regaño. Y si alguna vez lo hago, se lo argumento. Para regañar están los maestros”.

Hoy muchos de esos niños ya han crecido y todavía lo recuerdan con aprecio. “Me saludan por la calle con mucho cariño. Algunos ya ni los reconozco de lo que han cambiado, pero me hace mucha ilusión”.

Algunas de las cosas que echará de menos, nos cuenta que son los pequeños detalles que llenaban su día a día: “Los arreglos que salían sobre la marcha, que si la fotocopiadora, que si un grifo, el Belén viviente que montábamos cada Navidad, o el jardín, donde plantabas algo y veías cómo salía una flor. En el cole los niños respetaban todo eso, las plantas, las flores, todo”.

“Él nos ha recordado que la educación no solo se construye en el aula, sino también en los gestos cotidianos: su sonrisa, su paciencia y su dedicación absoluta”, dice Loli Gómez. “En cada rincón del centro ha dejado su huella, y sobre todo en el corazón de quienes hemos tenido la suerte de compartir estos años con él”.

Ahora, jubilado, Julián tiene nuevos planes: “Quiero dedicarme a mi nieta, que de momento solo tengo una. También quiero viajar, hacer algunos trabajillos y ayudar a la familia en todo lo que pueda”.

“Tan solo me queda decirte gracias, Julián”, concluye la directora con este agradecimiento que se puede extender a todos los alumnos que lo han conocido y al pueblo de Olula.

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