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Una psicóloga de Almería: "El aburrimiento es fundamental para los más peques"

 Elisa Baca, psicóloga sanitaria, advierte de los riesgos de la sobreestimulación y anima a las familias de Almería a equilibrar actividades organizadas con tiempos de juego libre y autonomía infantil

Elisa Baca, psicóloga sanitaria, junto a su familia.

Elisa Baca, psicóloga sanitaria, junto a su familia.Elisa Baca

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Ya está aquí el verano, los días pasan lentos, el calor acecha y la posibilidad de que los más peques se aburran aparece como una preocupación más a la lista de los padres almerienses. Esta inquietud, según Elisa Baca Rodríguez, Psicóloga Sanitaria, experta en Justicia de Menores y Orientadora Educativa de la Junta de Andalucía, refleja en realidad una dificultad social más amplia para tolerar el aburrimiento y para concebirlo como parte natural del desarrollo.

Los hijos de Elisa Baca en la playa

Los hijos de Elisa Baca en la playaElisa Baca

Vivimos en una sociedad que valora la ocupación constante, hasta el punto de que tanto adultos como niños experimentamos cierta incomodidad ante los momentos de pausa y vacío”, señala Baca. Muchos padres y madres, añade, trasladan a sus hijos la propia necesidad de estar siempre haciendo algo, una tendencia que se ve amplificada por las redes sociales, donde la comparación con otras familias y la exposición continua a planes, viajes y actividades para menores generan una presión añadida. 

“Se ha instalado la idea de que ofrecer a los hijos numerosos estímulos, campamentos o actividades de verano es sinónimo de una buena crianza, cuando en realidad lo verdaderamente saludable es permitir tiempo libre y espacios de juego y descanso”, apunta la experta.

"El aburrimiento es la materia prima de la creatividad y la autonomía"Elisa Baca, psicóloga sanitaria

No solo la presión social juega un papel importante. Elisa Baca advierte que los ritmos laborales de las familias y la falta de conciliación hacen que muchas vean necesario ‘cubrir’ los huecos que deja el curso escolar con propuestas organizadas. 

Sin embargo, insiste en que el aburrimiento tiene un valor formativo fundamental y que su aparición no debe interpretarse como un fracaso de los padres, “sino como una oportunidad única para que niños y niñas desarrollen recursos propios”. Según la orientadora del EOE Aguadulce, el aburrimiento es la materia prima de la creatividad y la autonomía

Cuando un menor siente esta emoción, se enfrenta a un vacío en el que, por primera vez, puede preguntarse qué le apetece hacer, cómo organizar su tiempo o de qué manera llenar ese espacio. Es aquí donde surgen ideas, juegos inventados, creatividad y la capacidad de introspección: elementos esenciales para el pensamiento crítico y la madurez emocional.

La especialista aclara que evitar a toda costa que los niños se aburran expone a los menores a riesgos que pueden afectar a su desarrollo cognitivo, emocional y social. Al impedir que busquen alternativas por sí mismos, se debilita su autonomía y creatividad, mientras que la sobreprotección acaba por generar impaciencia, baja tolerancia a la frustración, dificultades para gestionar y expresar sus propias emociones y dependencia de los adultos o la tecnología.

“Si como adultos corremos a ofrecer planes o entretenimientos cada vez que un niño verbaliza estar aburrido, les privamos de la oportunidad de superar retos cotidianos, experimentar la satisfacción de resolver situaciones y conocerse realmente a sí mismos”, asegura Baca. 

Además, subraya que esta dinámica incrementa el riesgo de caer en el uso excesivo de pantallas, ya que la tecnología ofrece una respuesta inmediata y gratificante, pero limita la creatividad y la autonomía si se convierte en el único recurso para gestionar el tiempo libre.

No obstante, la psicóloga distingue entre el aburrimiento saludable, que aparece de manera ocasional y se convierte en puerta de acceso a nuevas ideas o actividades, y aquél que puede ser señal de un problema emocional más profundo. Cuando el aburrimiento es constante y prolongado, afecta a actividades que antes resultaban placenteras y va acompañado de síntomas como apatía, irritabilidad, tristeza, aislamiento o alteraciones en el sueño y el apetito, es necesario consultar con un profesional

“Esta clase de aburrimiento suele indicar insatisfacción emocional, dificultades en la gestión del ánimo o en las relaciones sociales, y puede estar anticipando un trastorno psicoafectivo que requiere intervención”, advierte Baca.

Respecto al uso de la tecnología, la experta reconoce que las pantallas ofrecen estímulos inmediatos y la posibilidad de comunicarse con otros, pero alerta de que su abuso puede limitar la capacidad de los niños para identificar y gestionar emociones, desarrollar iniciativa y conectar con su entorno. Para un uso saludable, defiende la supervisión y el establecimiento de límites y horarios claros, junto a la promoción de alternativas de ocio que impliquen movimiento, creatividad y contacto con la naturaleza.

El contexto local también influye. En Almería, donde Baca ejerce como orientadora en el CEIP Las Marinas y en el Programa de Zonas de Transformación Social, los recursos naturales como playas, calas y parques son aliados perfectos para el desarrollo de actividades al aire libre que fomentan el movimiento y la creatividad. 

Los más peques disfrutando de la playa.

Los más peques disfrutando de la playa.Elisa Baca

Sin embargo, insiste en la importancia de que no todo el tiempo de los menores esté estructurado. Una rutina flexible, con espacios para el juego libre y el descanso, materiales simples en casa que permitan inventar o crear, y un clima de confianza en el que los adultos animen a sus hijos a buscar alternativas cuando sientan aburrimiento, son la mejor receta para un verano saludable.

“Es fundamental que los padres dejen de sentir que la felicidad de sus hijos depende de que ellos organicen toda su experiencia. Nuestra tarea es acompañar, orientar y creer en la capacidad de los niños para superar el aburrimiento y encontrar su propia diversión”.

Según Elisa Baca, solo así se promueve la autonomía, la tolerancia a la frustración y la resiliencia, competencias básicas para desenvolverse con éxito en la vida adulta. Frente al miedo al aburrimiento, la experta concluye que este verano podría ser una magnífica ocasión para permitir, sin culpa, esos espacios de vacío que tanto tienen que aportar al crecimiento personal de nuestros niños y niñas.

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