Vacaciones sin pantallas en Almería: por qué un verano activo es mejor para tus hijos, según un psicólogo
Charlamos con un psicólogo almeriense sobre el impacto de estos dispositivos y cómo gestionarlo en vacaciones

José Manuel Martín nos da unos consejos para el uso de pantallas este verano.
El abuso de pantallas en menores no es una novedad, pero en verano los datos se disparan. Más horas libres, menos estructura y una menor supervisión convierten este periodo en un terreno fértil para que el móvil, la tablet o la consola ocupen el centro del día.
“En consulta lo vemos continuamente: conflictos familiares, alteraciones del sueño, conductas irascibles y una pérdida del ritmo cotidiano”, explica José Manuel Martín Pérez, psicólogo almeriense y que tiene su consulta, Psicoalmanzora, en la localidad de Tíjola.
Los primeros síntomas
“Empiezan a dejar de asearse, a comer mal y, sobre todo, a dormir menos. El problema no es solo lo que hacen con la pantalla, sino todo lo que dejan de hacer fuera de ella”, continúa contándonos José Manuel. Entre los síntomas más comunes, se encuentran la incapacidad de controlar el tiempo y los enfados intensos cuando se interrumpe la actividad con el dispositivo.
Eso sí, no todo es negativo. “Las tecnologías tienen ventajas claras si se usan con criterio: informan, entretienen y permiten conectarse con otros. Pero el problema llega cuando sustituyen lo demás”.
¿La solución? No se trata de prohibir, sino de planificar. “Hay que diseñar un horario diario con actividades atractivas y que no permitan usar pantallas al mismo tiempo. Piscina, bici, juegos de mesa, lectura, tareas del hogar, campamentos o excursiones. Todo suma si se convierte en rutina”.
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Algunos consejos
En municipios como Tíjola, por ejemplo, las escuelas de verano y las instalaciones deportivas permiten mantener a los menores activos todos los días de la semana. “Aquí incluso la balsa de Cela se convierte en una opción más para pasar tiempo en familia lejos del móvil”.
Tampoco hay que olvidar que la implicación de los padres es clave. No solo en la organización, también en el ejemplo. “No se puede pedir que usen menos pantallas si los adultos no sueltan el móvil. Los menores imitan lo que ven”. Y, sobre todo, escuchar. “Un niño me dijo que cambiaría la consola por una tarde de Monopoly. Pero en casa no lo juegan porque dura mucho. A veces no falta voluntad, faltan opciones reales”.
No se trata de eliminar el mundo digital, sino de ponerlo en su sitio. De que no ocupe más espacio del que merece. De recuperar otros ritmos, otras formas de estar juntos. Las de toda la vida. Solo tenemos que poner un poco de atención en el menor, un poco de tiempo y muchas ganas de compartirlo.