La Voz de Almeria

Cartas al Director

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Las personas creemos que los números son importantes, el dinero lo es-es el reforzador primario- pero cuando nos educan desde las primeras edades, siendo consciente o no, comienzan enseñándonos números. En ejemplos tan sencillos: ¡A la fila!, ¡Coloca tu mochila en tu perchero numerado con tu foto! ! ¡La hora del cuento! ¡La hora del recreo! ¿Cuánto tiempo le dedicas a los deberes? ¿Y cuántos proyectos haces? ¿Cuántas fichas has hecho este trimestre? ¿Qué notas has sacado esta evaluación? ¿Cuántos sobresalientes has sacado este trimestre? ¿Cuántas excursiones vamos a tener esta evaluación? ¿Cuántos aprobados tienen esos maestros? ¿Qué niveles has alcanzado en idiomas? ¿El expediente académico? Dime qué promedio de notas tienes y te diré quién eres. Las notas realmente vulneran nuestra sensibilidad. Las cinco etiquetas: suspenso, aprobado, bien, notable y sobresaliente carecen de valor mientras se demuestren las habilidades innatas de la persona. Reflexionar sobre qué es importante en la evaluación de habilidades es otro campo de investigación. Nadie duda que al final todo tiene un resultado y a ese resultado hay que ponerle un nombre-llámese, x, y o z-. Sin embargo, una combinación de letras, estrellas, símbolos, números…podrían identificar más información y actuar de sensores de capacidades ocultas e innatas que están dormidas entre otros miles de curiosidades. Aquí lanzo una idea, cambiar el código ético de evaluación, aplicar otra filosofía de vida. El sendero de la evaluación es un camino por investigar y resolver. Anímense a estudiarlo, aunque sea por curiosidad.

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