La Voz de Almeria

Opinión

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Quienes me conocen saben de mi ardor beatlemano. Un sentimiento que problamente nos hace ser como somos porque nos retrotrae a los inicios, a la patria emocional, a la potestad infantil del chispazo y descubrimiento musical. Uno empezó a escuchar a los de Liverpool en la más tierna infancia, creciendo y descubriendo año a año, disco a disco, que se podía pasar de canciones ñoñas a alardes de barroco pop insuperables como Un día en la vida, por poner un ejemplo... Con el tiempo se abren opciones, habitáculos, géneros, esquinas y compuertas, uno se empapa de las músicas que puede, creciendo, y aprendiendo a asumir lo poco que sabe cada día más. Y en el listado emocional imaginario, la banda que te abrió muchas de las puertas posibles a la música popular sigue ahí en su púlpito de aciertos, errores, genialidades y pifias. ¡Eran humanos! 
Dentro de esa “discografía sagrada” me superan dos: el White Album, y la niña de mis ojos, Rubber Soul (alma de goma)... Estos días  hemos asistido a dos noticias, una musical triste y otra política patética. Un alma de la música negra soul falleció, el “aristócrata” de Minneapolis en clave de Sol y Fa en 4ª, y en extrañas circunstancias. El artista conocido como Prince fue de esos pocos a los que la palabra genio no le venía grande: con las manos cuento, y faltan dedos para señalar personas dotadas de tal carácter en la música popular. Los ochenta serán recordados por muchas cosas, pero probablemente destacarán porque Prince reinó con su funk y mucho más, abriendo puertas sonoras que es donde los genios marcan el terreno. Michael Jackson o Madonna fueron más mediáticos, pero el genio era Prince.
La otra noticia vuela puentes llevándonos de cabeza a la ciudadanía con un fiasco sin precedente en nuestra democracia. Parece que la bazofia y pestilencia instalada ha impregnado a los políticos, todo se retroalimenta. Se frotan las manos los que negocian nuevas elecciones, y aquí compuestos sin gobierno; y descompuestos ante el juego de las cuatro esquinas, por intereses personales y partidistas primando más que lo que la piel que habitamos suspira. Esta vaquilla, que es España, tan berlanguiana no tiene remedio. Somos así, testarudos y frentistas, de pajas ajenas más que de propias, y más de tractores que de submarinos amarillos. Verbeneros de verborrea: los viejos y los nuevos. Con un mínimo de luces, se te quita las ganas de todo. Tal vez en las elecciones de junio el partido que sea más votado será ese imaginario abstencionista, pero preocupante, coaligado con el voto en blanco. En fin, esta música es tan insoportable como ese experimiento del Revolution 9 que los Beatles firmaron en el Álbum Blanco.



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