Cuando el acuerdo es imposible
`Es manifiesta la incapacidad de los partidos políticos para esamblar un acuerdo`
La manifiesta incapacidad de los partidos políticos españoles para ensamblar un acuerdo que permita formar gobierno se explica, a mi juicio, en dos razones claras. La primera es el áspero código genético de los españoles, tan encastado en la saga y la saña, y que ya radiografió con ojo teutón el canciller Bismarck hace 150 años, cuando dijo que España había demostrado ser la nación más fuerte del mundo al haber sobrevivido a tantos intentos de los propios españoles por destruirla. Pero dejo esa parte de la explicación a los historiadores y a los seguidores del conocido debate intelectual entre Américo Castro y Claudio Sánchez Albornoz. Pero además de eso, existe un factor reciente que está pesando, y de qué modo, en la imposibilidad de buscar soluciones de entendimiento. El primer aviso de lo que iba a venir lo lanzó esa lumbrera del espectro cognitivo que es el ex presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, cuando sentenció aquello de que “España es un concepto discutido y discutible”. Y a partir de ahí, la arqueología emocional sobre el sarcófago de miedos y odios de la Guerra Civil, que con tanto sentido común y altura de miras había enterrado la anterior generación de políticos de todos los partidos. La recuperación del concepto “enemigo” para explicar las lógicas rivalidades políticas ha sido, probablemente, el más flaco favor que todos estos progres a la violeta han dejado como herencia a una nueva generación de españoles que se siente heredera directa de las pulsiones y calamidades que llevaron a sus bisabuelos a llenar de sangre trincheras y paredones de media España contra otra. Y así, mientras que en el resto de Europa son frecuentes y cotidianos los gobiernos poliédricos y los pactos de fuerzas teóricamente antagónicas, España es el único país donde esa circunstancia se antoja metafísicamente imposible. Y la cuestión no es qué hacemos ahora, sino qué hacemos el 27 de junio, cuando las urnas digan que seguimos donde estábamos, pero con el saldo de un año perdido.