Misterio, control y descontrol
Yo no sé si el misterio es la cosa más hermosa que todos podemos experimentar, como sostenía Einstein, o si las excepciones de las leyes naturales que no podemos entender son simplemente una fuente de incomodidad y estupefacción. Dejaré la onda gravitacional de esta duda en el aire para caer rendido ante la noticia de que el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) tiene contratados desde el año 2011 a 1.118 trabajadores de los que no sabe ni qué función tienen, ni cuánto cobran. Valga ahora precisar que la segunda acepción de la voz “misterio” en el Diccionario de la Real Academia Española dice así: “negocio muy reservado”. Y tan reservado, caramba. Lo cierto es que ustedes y yo pagamos cada mes con nuestros impuestos un montón de nóminas en la Junta de Andalucía que ni siquiera los que las disfrutan saben en concepto de qué, salvo que la condición de conmilitón, familiar o amigo de algún alto cargo del Partido Socialista andaluz habilite a alguien como sujeto pasivo de retribución. Y parece que va a ser que sí. Recuerden el sonoro y bien jaleado caso del director del Centro Andaluz del Flamenco dependiente de la Junta de Andalucía, que había figurado durante tres años como máximo responsable sin que él mismo lo supiera, aunque cobraba puntualmente por ello. Ole, ole y ole. Pero no caigamos en el error de considerar este controlado descontrol como una falta de rigor síntoma de la incapacidad. Todo lo contrario. Estas frescuras forman la raíz del éxito de “La PSOE” como factoría de adhesiones inquebrantables. Más de treinta años de paz política sólo se entienden desde una eficaz aplicación de la vieja fórmula del amparo y protección de patrocinados que, una vez mantenidos, se convierten en dependientes. Y así, hasta el infinito y más allá. La estrategia es más vieja que el hilo negro, pero su indiscutible éxito no deja lugar a dudas. Enhorabuena a los premiados.