La Voz de Almeria

Opinión

¡Aquellos críticos de arte!

Hoy se cierran galerías de arte. Dicen que el verdadero crítico es el dinero negro

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Si observan algunos periódicos (entre ellos éste) verán que ha desaparecido el crítico oficial de arte. Quedan no obstante algunas gloriosas reliquias como el que escribe de toros, o de música o de deportes, pero de pintura propiamente ya casi no va quedando ninguno. Cabe preguntarse por qué. Aquí la crítica a las exposiciones las hacía Diego Domínguez, que era periodista y pintor y padre de una dinastía de artistas. Él mejor que nadie, como jefe al frente de una familia numerosa, sabía de las apreturas económicas de un artista en provincias alejado de la especulación y de las oscuras maniobras de los jefes de ventas. De ahí que sus críticas todavía nacieran de los postulados del arte mismo, o sea, del color, del dibujo, de la perspectiva, de la armonía. A lo sumo de alguna escuela como la indaliana o de algún conocido maestro. Por supuesto, sus notas eran enormemente laudatorias. Antes que hundirle el mercado a cualquier paisano prefería hacer publicidad a sabiendas de que nadie se pone nunca rico desde la honradez. Sin embargo esta responsabilidad terminaría por agotarle y se alegró de que yo le sustituyera cargando con el sanbenito. Yo no era tan técnico, claro está. Acudía a la historia de la pintura, al gusto discutible de la burguesía adinerada y a lo que se estaba haciendo por ahí fuera para enjaretar mis crónicas. Crónicas con división de opiniones, como en la tauromaquia. En realidad a los expositores les gustaba que alguien se ocupara de ellos. Pero a mí también me sucedía lo que a Diego Domínguez. Por un lado, huía de la publicidad y, por otro, tampoco deseaba reventarle el mercado al pintor. Aún así, la gente hablaba de arte gozando a su vez de la belleza de la obra, lo cual no era poco en medio de la grisura monótona de la cultura franquista. Hoy sin embargo se cierran galerías de arte. Dicen que el verdadero crítico es el dinero negro, el fraude organizado. Los tratantes de diamantes con ayuda de las mafias de la comunicación han introducido la pintura como gran negocio. Contra esto ya no sirve de nada lo que pueda decir un crítico de provincias perdido en el anonimato. A este universal lavado de dinero Rafael Argullol lo llama “ la alquimia de la estafa artística”. Y se sintetiza de este modo: “Quebrada la autonomía del creador y desparecido el crítico independiente, es en última instancia, el especulador quien dicta el discurso artístico”. Así que tuve que cortarme la coleta de crítico.


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