Al final del día, cuando uno se va a dormir, le rebotan en la conciencia lectora miles y miles de frases hechas de cuya influencia, no siempre benéfica solo nos libramos cuando llega el sueño reparador. Pensemos, por vía de ejemplo, en ésta  tan de moda en tiempo de corrupciones: “Queremos colaborar con la justicia”. Imaginen qué sería este país si los partidos  objeto de investigación no fueran tan amantes de la justicia. Gúrtel podría prolongarse hasta la cuarta o quinta glaciación. Seis años solo  serían un aperitivo para un sumario tan complicado y de tan  borroso y endiablado legajo. Ya lo ha dicho la Cospedal : nosotros no podemos meter  en la cárcel a la gente Quién dijo tal. ” Las pequeñas cosas”,  como dice Rajoy, nos impulsan a no echarnos en los brazos del pesimismo”. “Vivimos en un gran país.” “Hay corrupción en todas partes, nosotros solo tenemos unos cuantos casos de nada.” Algún periódico nacional, no muy afín a la política ca del Gobierno, copia, aquello del  “ El Presidente elude la corrupción y pide a los empresarios que huyan del pesimismo” “Tenemos un sistema de bienestar como nadie” Todo esto dicho desde el poder, claro está ¿ Y en la calle? ¿ Cómo habla la calle? “ Si los políticoa cavaran con la azada catorce horas al día ya tendrían menos ganas de gansadas”  “Aquí no vive más que un tajo de sinvergüenzas que han dejado la profesión para chupar del bote” En los bares y tertulias del barrio necesitamos hilar muy fino. con el nuevo diccionario  en la mano, para enterarnos de por qué  suben otra vez la luz. Aquí el  habla popular alcanza  un barroquismo digno de Quevedo. “Chupasangres”  “ Cagaleches” “ No me gusta nada el piporre de unos y otros”  “¿Sabremos cómo se pagaron las obras en la sede del partido popular?”

“ Deja que vengan los de la coleta y verás” En fin,  en filigrana, el lenguaje reproduce lo que pasa.  En los instalados, casi nada. En los de siempre, la desigualdad mientras crecen los millonarios. País.