La Voz de Almeria

Opinión

El oxímoron de doña Susana

Pero lo que sí sabemos es valorar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace

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Cíclica como una gota fría torrencial y turbia, arrambla en las portadas cada inicio de otoño la discusión sobre los presupuestos. Una vez más asistimos al consabido juego de espejos que hace que una misma cifra sea interpretada como gloriosa o miserable según se mire desde el gobierno o la oposición. Lírica y matemáticas vuelven a darse la mano un año más, para recordarnos que hay que ir sacando la rebequilla y revisar el cajón de los calcetines. La vida, en fin. Los que somos más de letras que una sopa de sobre (los largos sollozos de los violines en el otoño, etcétera) abominamos de una discusión que no terminamos de entender del todo, porque cuando en la conversación se deslizan porcentajes, partidas, ceros y comas es como cuando te encuentras un pistacho cerrado en el bol de cacahuetes: mucho cuidado con hincarle el diente. Pero lo que sí sabemos, los de letras y los demás, es valorar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Por eso no tenemos la más mínima duda de que alguien que reclama para sí los valores de una gestión más transparente que una cristalería checoslovaca de antes de la guerra y más limpia que una gota de rocío en una brizna de hierba, no dudará en presentar un desglose provincializado de los presupuestos de su Gobierno, para que así los ciudadanos sepan claramente cuánto se ha decidido gastar y en qué asuntos. Les hablo, no hace falta decirlo, de doña Susana Díaz, presidenta de la diáfana Junta de Andalucía, que en breve habrá de presentar sus partidas presupuestarias para el año que viene. Los almerienses esperamos ver cuánto hay calculado para el materno-infantil, para la Plaza Vieja, para la variante de Albox y todos esos etcéteras. Ah, qué fallo: la Junta ya no presenta los presupuestos de ese modo, sino en un deliberado batiburrillo de cifras generales. Es la opacidad de la transparencia o el oxímoron de doña Susana, con perdón.


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