La Voz de Almeria

Opinión

Pan, Trabajo y Libertad

“Nadie se tomó la molestia de borrar la pintada que co spray rojo realizaba sobre aquel muro”

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“Sobre las 24 horas del día trece, cuando una pareja de la Guardia Civil de vigilancia fiscal nocturna prestaba sus servicios en las inmediaciones de la playa, a la altura del balneario de San Miguel, observó la presencia de cuatro individuos que en actitud sospechosa merodeaban por aquel lugar. Al acercarse  a los mismos, con el objeto de identificarlos, se dieron a la fuga, saliendo en su persecución la pareja,  a uno de cuyos  números al correr detrás del que huía en dirección a la playa y tropezar se le disparó el arma, alcanzando el proyectil al que resultó ser el joven, Francisco Javier Verdejo  de diecinueve años, natural y vecino de esta localidad, que resultó muerto. El resto de los huidos aún no han sido localizados ni identificados. Instruye diligencias, el juzgado militar”. Esta fue la nota oficial que el día 14 de agosto de 1976, la secretaría del Gobernador Civil, entregó a la   prensa.


Nadie se tomó la molestia de borrar la pintada que con spray rojo realizaba sobre aquel muro, convertido en su paredón, Javier Verdejo. Vi como el paso del tiempo la deterioraba, “Pan T “fue lo que alcanzó a escribir, antes de caer acribillado, aquellos trazos desconchados e inelegibles, son una metáfora del olvido y de cómo las palabras, aunque contengan el vigor de la ilusión y la fuerza de la verdad, terminan desgastándose y quedándose vacías y muertas. Hay otras palabras sucias y cínicas que parecen sobrevivir eternamente, sólo hacer falta repasar la nota oficial que he transcrito, con ligeros retoques de decencia democrática, podía haber sido redactada ayer mismo. Bastaría suprimir “individuos” o siendo algo más exquisitos y delicados la expresión: “actitud sospechosa “, para utilizar aquella misma plantilla después de casi cuarenta años.


“El resto de los huidos aún no han sido localizados ni identificados…”, así se cerraba una versión oficial de los hechos que rezumaba complicidad criminal y una advertencia, no tan larvada para los acompañantes de persistir en su persecución.


Pan,  Trabajo y Libertad. Estas fueron las tres palabras  que le costaron la vida a Javier Verdejo, tenía 19 años, estudiaba en Biología en Granada, su padre había sido alcalde con Franco y nunca quiso denunciar. A Javier Verdejo lo asesinaron la noche del 13 de agosto de 1976, pero lo hemos estado matando todo este tiempo cuando olvidamos las tres palabras del más bello y elocuente testamento que nadie redactó jamás.



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