La Voz de Almeria

Opinión

La dimisión como higiene

Ahora ven en Rubalcaba un gran español, un político responsable con el que se puede hablar y pactar

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Siempre defendí la dimisión como una forma civilizada, humilde y consciente de afrontar los problemas de la racionalidad. Cuando un proceso no funciona como puede ser una campaña electoral, lo lógico es cambiar de hipótesis junto a las personas que las encarnan. Por ahí fuera, estas cosas ocurren con la máxima naturalidad y se diría que si algo nos asombra es lo fácil que dimiten los políticos en Europa por causas que aquí nos parecen triviales. Dicen que la muerte si tiene algo de bueno es que permite aparcar en el lugar que dejaron los muertos. Tras el batacazo del PSOE, la gente comenta ahora mucho la salida de Rubalcaba. Es más, los otros partidos cambiaron de opinión y ahora ven en Rubalcaba un gran español, un político responsable con el que se puede hablar y pactar. Por lo que se ve, ya no se acuerdan de cuanto encarnaba para ellos todo el mal del infierno socialista, sombra inevitable y oculta de inacabables rifirrafes con la derechona. Bien, Rubalcaba ya no estorba, viva Rubalcaba. Por la misma senda se ha ido también Pere Navarro, secretario general del PSC catalán. No sabemos cómo será ocupado el espacio que dejan estas dos grandes figuras extintas pero el revuelo que levantan sus dimisiones es digno de estudio. El PP parece haber descubierto que sin el bipartidismo de la Ley D´ont, tal y como ya previeron los padres de la Constitución, será más difícil entenderse con los radicales de la ultraizquierda. No hay más que ver cómo ha estallado la crítica feroz contra Podemos. De ahí que Rajoy se deshiciera en alabanzas a la moral responsable de los socialistas después haberles molido a garrotazos desde el primer instante de ganar las elecciones. Son así estos cariños y estos desdenes en medio de la balacera política. Pero no olvidemos la higiene. Si el partido socialista quiere recuperar su credibilidad y con ella los votos perdidos tiene que encaminarse hacia la fuente. La retirada estratégica de Susana Díaz, el silencio de Carmen Chacón y “el esto no es lo mío” de Soraya Rodríguez probablemente no sean tiros de distracción sino conciencia clara de la dificultad del problema. En tal caso, lejos de acusarlas de oportunismo, más justo sería calificarlas de responsables.


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