No me lo creo. Es mentira.  Así llevamos más de treinta años, el político diciendo que va a rebajar los controles y haciendo todo lo contrario. Lo peor es que los controles urbanísticos los han cambiado tantas veces a su libre albedrío los distintos señores que ha pasado por la Junta que ya nadie sabe lo que se puede o no se puede hacer o construir en el urbanismo almeriense. Y así nos va. Hay que hacer un urbanismo racional y sostenible. Bien, que lo digan, lo pongan sobre el papel de ley y dejen que el personal trabaje. No pueden. En cuanto algo funciona y ellos no lo controlan, hay que cambiar la ley o el decreto. No hay derecho a que nadie gane dinero sin nuestro permiso y control, se dicen, y vuelven a las andadas.

Los promotores manifestaban en pleno apogeo de la burbuja que los precios de las viviendas no era cuestión de ellos, que los costos volaban por el precio de los solares. En torno al cincuenta y tres por ciento, quiero recordar, me comentaba un amigo que era el gravamen del suelo sobre el precio final de la vivienda. El precio del suelo se había convertido en la usura por la usura y los acaparadores, de todos conocidos en nuestra provincia, en los nuevos usureros del reino, pero no había que liberar suelo, te decía el político. Y lo peor te lo sigue diciendo. ¿A quién estaba beneficiando el político cuando no recalificaba terrenos? Al ciudadano que quería comprar una vivienda no. ¿Al especulador? No sé lo que pensarán ustedes, pero todo apunta a que al político de turno (ayer y hoy) le preocupaba (le preocupa) más el bolsillo del especulador que el del vecino almeriense.

Y en esas estamos. Ahora llega la Junta y nos dice que hay que volver a mirar al ladrillo. No lo entiendo. ¿No ha sido el gran culpable de la crisis que vivimos? Pues parece que no y que si queremos la vuelta a los buenos datos de empleo hay que volver al cemento. No tengo nada en contra. Lo que no puede hacer el político (lo va a hacer, ya lo verán) es seguir con unas leyes que se han demostrado ineficaces, que sólo han perjudicado a los compradores de viviendas, mientras “los niños dorados del suelo “ han seguido amasando fortunas con una ley de recalificación de solares que parece haber sido hecha para ellos por parte de la clase política.