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Opinión

Antiguos compañeros

“Nos da un poco de vergüenza que los sindicatos de clase anden entre supuestos líos de facturas falsas”

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Así se titula un breve pero intenso poema de José Emilio Pacheco, poeta mejicano desaparecido hace solo unos días. Dice así: “Ya somos todo aquello contra lo que luchábamos a los veinte años”.


Quienes peinamos ya canas, tendemos a echar la vista atrás recordando aquella juventud ardiente y luchadora que buscaba mediante la protesta  un lugar en la  existencia. Buscábamos una sociedad abierta donde fueran  posibles las libertades  democráticas y lo conseguimos en buena parte, pero  después de treinta años otra vez se cierra la posibilidad de autorrealización humana sobre todo para los jóvenes.


Aquí  cunde la corrupción, la destrucción de empleo, el enchufismo clientelar que burla el acceso legal y objetivo de las oposiciones, la privatización de lo público como negocio redondo de unos pocos, un país feo, en suma, que parece  querer  volver de nuevo  a las andadas. Lo más grave no es que gobierne el PP con su conocida política conservadora, lo peor  a mi juicio  e s que antiguos activistas  de la izquierda, gente que se partió el pecho ante la represión franquista, duerma ahora  el sueño holgazán que sigue a una copiosa digestión. Nos da un poco de vergüenza que los sindicatos de clase anden entre  supuestos líos de facturas falsas y distracciones  de dinero. Nos duele  más aún que el PP, partido que algo sabe de corrupción, nos  acuse de chorizos. ¿Será  verdad que somos todo aquello  contra lo que luchamos a los veinte años? ¿Tanto hemos cambiado que  nos  identifican  ellos? Menos mal que la realidad no parece ir por  esos derroteros.


Hace unos semanas fueron los ciudadanos del barrio Gamonal quienes montaron su cantar de gesta contra las tenebrosidades  de un consistorio burgalés. Antiayer asistimos al triunfo madrileño  de las “batas blancas” contra la privatización de la sanidad, proyecto orquestado por el PP. Estos luchadores callejeros de nuevo cuño que son el relevo de antiguos  políticos cansados, lo que demuestran es que sí se puede frenar a la derecha cuando ésta intenta hacer negocio con la vida y la muerte  de las personas. El gobierno madrileño se rinde y el consejero de sanidad se va. Buen viaje, tíos.


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