La Voz de Almeria

Opinión

Aspectos de los devaneos de los políticos

“En todas las latitudes, no seamos hipócritas, ocurren esas cosas y el pasado reciente francés abunda”

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La opinión pública y la clase política galas han reaccionado sin aspavientos a la noticia de que el Presidente Hollande tiene una aventura amorosa con una actriz y productora.


Lo reciben sin pasmo porque están curados de espanto. En todas las latitudes, no seamos hipócritas, ocurren esas cosas y el pasado reciente francés abunda en el asunto. Giscard estampó contra un camión de la leche el Ferrari que le había prestado el cineasta Roger Vadim cuando de madrugada venía de ver a un amiga. Mitterand mantuvo durante años una segunda familia algo que revelaría Paris Match en 1994 publicando una foto en la que paseaba con su desconocida hija Mazarin. Lo único curioso, y hasta altamente reprobable es  este caso, es que la segunda familia era mantenida por el erario público.


En el actual, los franceses reaccionan diciendo que no hay que entrar en la vida privada de nadie, ni ministro, ni presidente, ni rey que lo único que hay que tener en cuenta es si esto le distrae de sus deberes o si, por ocultar el devaneo, está poniendo en peligro su seguridad como parece hacía Hollande acudiendo con un solo escolta a su nido de amor. Entre los políticos ha habido comprensión en la mayoría, incluido el partido de Le Pen y Segolene Royal antigua compañera de Hollande y madre de sus cuatro hijos. Alguna voz aislada, el centrista Hervé Morin, protesta diciendo que el Presidente ha desacreditado aún más su cargo, pero es minoritario. En definitiva, el romance, que Hollande no ha negado, no va a erosionar la imagen del Presidente. Es lo que manifiesta el 84% de los franceses encuestados. Recordemos que el Presidente viene teniendo una cota de popularidad espantosa. La más baja de cualquier presidente desde hace más de cincuenta años, sus compatriotas lo encuentran simpático, incluso cercano pero estiman que no tiene autoridad, no sabe imponerse, y tampoco carisma. El mensaje de fin de año, 71% no lo encontraron convincente lo que es un índice alto. Este martes que ofrece una rueda de prensa las peguntas sobre la actriz Julie Gayet serán inevitables. Dará presumiblemente una larga cambiada y los periodistas no insistirán pero todos esperarán con morbo la pronta o tardía reacción de la compañera del Presidente, Valerie, una periodista impopular y que ya tuvo un rifirafe con Segolene Royal.


La primera conclusión, pues, es que los franceses no condenan al político por sus infidelidades, no hay reprobación moral, sólo, a la larga, un cuestionamiento sobre si el político está en los asuntos que debe gestionar o si su mente está en otra parte.


La segunda es que piensan que sería reprobable que se sancionara a la revista “Closer” por sacar el reportaje con dos  encasquetados, el Presidente y el escolta entrando al piso. 82% de nuestros vecinos creen que la revista hizo bien en publicarlo.


La tercera es que los presidentes franceses son unos seductores empedernidos, la mujer de Chirac contaba que a su marido se lo comían, que tienen, además,  ese plus especial que en las lides amatorias conceden a los hombres el poder y la fama. Futbolistas y políticos parecen poseer, sin cultivarlo mayormente, ese carisma sexual especial. Ya decía Kissinger que el poder es el mayor de los afrodisíacos.


La última reflexión, por ahora, es la de la razón  por la cual  esta varita mágica seductora parece ir  con enorme frecuencia en la faltriquera de los políticos y mucho menos en la de las políticas. ¿Siguen las mujeres atraídas o seducidas viendo en el político con poder al macho alfa? ¿No concede el poder ese magnetismo especial a las hembras?


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