Dos propuestas para una curia
“Las dos luminarias de un mundo preocupado por el dinero son Nelson Mandela y el Papa Francisco”
No sabemos bien cuál es el atractivo interior de ciertas personalidades ni en qué misteriosos hontanares del alma se origina para que las masas se sientan seducidas perdiendo de pronto todos los prejuicios separadores que tanto impiden marchar juntos a los pueblos por la historia.
El año 2013 termina con la noticia de la muerte de Nelson Mandela cuyo funeral ha sido una enorme fiesta con asistencia de más de cien jefes de Estado y a la vez con exaltación popular del Papa Bergoglio a quien el prestigioso periódico “The Times” ha nombrado Hombre del Año. En el fondo estas dos propuestas, con simbologías diferentes pero piadosamente hermanas al fin, vienen a coincidir.
Se ha dicho que el triunfo de la segregación racial o apartheid tiene raíces cristianas. Para San Pablo la universalidad de la fe está por encima de cualquier geografía.
En un alma bien informada por el sentido de la reconciliación no hay bárbaro ni griego ni gentil. De aquí arranca, creo, ese espíritu dialogante y perdonador que tanto ha sido alabado en la trayectoria vital del líder sudafricano Nelson Mandela. Al final ni las cárceles ni los odios tribales han podido borrar la sonrisa del político más admirado de toda la historia de Sudáfrica.
El otro alto luminar, a modo de faro, en medio de un mundo demasiado preocupado por el dinero es inconfundiblemente el Papa de origen argentino, Francisco. Lleva muy poco tiempo el Pontífice instalado en la sede de Pedro pero ya ha dejado al mundo y a la Iglesia muestras bien claras e inequívocas de cuál es su personalidad y su estilo de hacer Papado.
La Iglesia, en el planteamiento expresado por el Papa Francisco, es de los pobres y para los pobres del mundo, dijo un día superando de una vez por todas la florentina diplomacia de sus antecesores en la silla de San Pedro. También ha tenido Bergoglio palabras inequívocas contra el funcionamiento del sistema capitalista y sus consecuencias en las personas y en los valores morales, aunque no sabemos cómo terminará semejante aperturismo carismático frente al freno legalista de la curia.