¿Quién era Aurora Benarés?
¿Quién era Aurora Benarés?
En la sala contigua a la que ocupaba el difunto, nadie velaba el cadáver de aquella mujer. Entre allí para atender una llamada al móvil y alejarme del bullicio, al principio pensé que no debería de estar ocupada, pero mientras hablaba la vi por un resquicio de la cortina negra. Dentro del féretro descubierto yacía una mujer, la tez muy rosada para una muerta y el esbozo de una sonrisa en los labios jóvenes y ya callados eternamente. Aurora Benarés Velasquez 1973-2013. Estaba escrito en una pequeña cartulina, pegada en la parte inferior del cristal que sirve de escaparate de cajas mortuorias y exhibición defectuosa del finado. Aquella información habría bastado para salir de allí satisfecho, olvidar mi encuentro a solas con una muerta a la que nadie acompañaba y sí alguien tuvo que recordar, tampoco lo había hecho. Aunque sus labios aun sonreían, serenos como si fueran el fruto de una conciencia buena y no con el gesto amargo de la soledad impuesta.
Alguien acaba de entrar, podía oír sus pasos inseguros y tímidos, una respiración cansada y como de tanto en cuando se detenía, sin saber hacia dónde avanzar. Cuando estuve a la alcance de su vista, se acercó despacio para preguntarme si yo también la conocía. Le dije que sí. Mentía, no sé el motivo.
-Soy Aníbal Guzmán y he amado Aurora toda la vida, pero ella nunca quiso quererme. Aunque yo la he perdonado, llegué a comprenderla no tenía voluntad para amar, nunca conoció ese sentimiento. Vivió siempre retraída, sin ningún interés por las cosas de este mundo, pero tampoco por ella misma.
Una llamada al móvil me rescata de aquella historia de amores tristes. Prometo Aníbal, que mañana no veremos en el entierro.
Casi a la salida del cementerio, vi Aníbal hablar a solas frente a una tumba. Cuando estuve a su lado, él dijo que no podía creer que conociera Aurora, lo sabría, ella no tenía secretos para él. Estaba celoso.
Es verdad, no la conocía. Ayer la encontré por casualidad en el velatorio de un amigo.Nunca había visto a nadie que estuviera tan feliz una vez muerto, sólo por eso ya me hubiera gustado conocerla.