Ojalá hubiera sido la Juani y me hubiera dedicado a luchar por mí, por lo que quería hacer en la vida y no haber renunciado a ello. Haberle dicho entre lágrimas a mi chico, posesivo e inseguro, antes de subirme al tren, no me digas que me quieres, no me lo digas nunca más, te lo suplico, y cerrar la puerta camino a cumplir mis sueños.

Pero yo no sabía lo que quería. Todavía oigo voces que me gritan, pero qué has hecho tú en la vida, haz algo, haz algo. No tuve el empeño de Verónica, no me dije a mí misma, voy a ser actriz y que nadie lo dude porque lo conseguiré, que quede muy claro, porque yo soy la Juani. Y no hay peor traición que la traición a una misma.

Y no solo actriz sino también directora de cortos como “Tótem loba”. Con el que consiguió un Goya y en el que narra una experiencia propia que le sucedió cuando tenía diecisiete años y fue al pueblo de una amiga que estaba en fiestas. Hasta ahí todo normal, sin embargo, a partir de medianoche la fiesta se convirtió en una persecución de los hombres disfrazados de lobos, cumpliendo así la tradición.

Verónica pretendía con esta obra denunciar la hipernormalización social del acoso sexual a la mujer. Es ella la que debe tener cuidado de protegerse porque cualquier machito puede agredirla. Y además de víctima, también se considerará culpable.

Quién siendo mujer no ha tenido una experiencia personal de acoso y agresión a lo largo de su vida, sin embargo, no todas denunciamos porque o no nos sentimos amparadas por el sistema judicial o preferimos dejarlo en el olvido, algo que generalmente siempre está ahí, pero no quieres tenerlo presente ni menos que otras personas hurguen en tu pasado.

Lo mejor de la semana fue el encuentro con mis compañeros en Las Brisas. Allí reímos e hicimos teatro sin preocuparnos del futuro.