Piromanía
La piromanía nos invade, no ya por encender la mecha de incendios en sentido literal, que también, sino por las ansias extremas de la derecha de incendiarlo todo

incendios en España.
Allá por el 356 a.C, Éfeso (Turquía) albergaba una de las Siete Maravillas del mundo antiguo, el templo de Artemisa, donde se veneraba a la diosa que le daba nombre, divinidad griega de la caza y los parajes agrestes. El templo ardió en aquel año, al parecer, provocado por el que muchos consideran el primer pirómano del que hay constancia, el pastor Eróstrato, quien confesó bajo tortura haberle prendido fuego para ser recordado de por vida.
Hoy, en España, la piromanía nos invade, no ya por encender la mecha de incendios en sentido literal, que también, sino por las ansias extremas de la derecha de incendiarlo todo, ya sea provocando incendios sociales donde no hay problema, o con recortes presupuestarios en prevención y lucha contra incendios u otras catástrofes, dejando que nuestros territorios se conviertan en parajes agrestes, al amparo de la diosa Artemisa.
Esta derecha crea problemas para culpar a Sánchez, sin asumir responsabilidades competenciales. Han bloqueado leyes que reforzarían la prevención de incendios y la protección de quienes arriesgan la vida para apagarlos. Han pedido medios que no han utilizado, sólo para señalar a Sánchez. Durante el verano han incendiado con los episodios de odio, racismo y terror en Torre Pacheco, con la moción en Jumilla contra los ritos musulmanes, y con la valla racista en Almería.
Ya es habitual echar balones propios al Gobierno central, pero no caigamos en la tentación de creer que no funciona el Estado autonómico, aunque sea mejorable, el problema está en quienes lo pervierten.
Decía el comediógrafo Plauto que “Si ves el humo, el fuego está cerca” y, efectivamente, hemos visto mucho humo en los últimos años y debemos reaccionar para que el fuego no llegue a quemarlo todo.