La Voz de Almeria

Opinión

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En un mundo de espionajes secretos, de cerrojos a la información y de verdades  sospechosas  nos despertamos hoy con el cierre  de la radiotelevisión  pública en Grecia.  En la Europa desarrollada  de la libertad de expresión,  apagón y cierre, mutis pues  por el foro y mal año para lo público. No se entiende bien  esta alcaldada en el corazón de la eurozona.  Fue en la Hélade,  oh  tempos, oh mores.  Una cultura que había inventado  el coro   como alimentación popular de la tragedia,  cierra la boca amenazadora  a las Casandras  y  Clitemnestras  para que no  conciten al pueblo con sus quejas y  malos augurios. Sorpresa, sorpresa, no hay dinero, razón suprema de los teóricos del ajuste.
Me pregunto cómo será en adelante la conciencia de los griegos sin poder ver reflejados en las pantallas los mil avatares de su vida cotidiana. Según los planes del ejecutivo responsable de la dura medida se trataría solo de un período de tres meses hasta reducir la plantilla de la televisión de 2,700 trabajadores actuales.
No se nos oculta que allí también habrá, como en todas partes, parásitos inútiles, enchufados, palmeros del poder, pero de ahí a cargarse la radiotelevisión pública y dejar a la gente a media luz los tres, como en el bolero, no deja en buen lugar a la troica de nuestros pecados. Y por si entre los políticos helenos no hubiera ya bastantes disensiones y desencuentros internos, ahora se suma  el decreto de la coalición del gobierno que preside Samarás. Por supuesto ni el Pasok  ni Dimar y menos aún el grupo opositor que dirige Syriza están por que  se cierre la  ERT  como servicio de todos. Se da la  coincidencia de que es la única emisora, como dice  la ingeniera Karidi, que  aún se ocupaba de la información cultural. Estamos hablando de Grecia, la madre de nuestra cultura, hoy saqueada por la oscuridad y en poder del dinero necio.


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