La Voz de Almeria

Opinión

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Antes de que estallara la burbuja inmobiliaria me dijo un constructor de por aquí que cada licitador tenía una tarifa  si quería tener acceso a la obra propuesta por los ayuntamientos. En esta provincia no ha habido propiamente un periodismo de investigación, por tanto no me fue posible probarlo con argumentos algo más consistentes que las palabras de mi amigo. Pero sí que han habido casos de dinero negro como cebo previo para conseguir ciertos favores de los partidos. El juez que investiga la contabilidad B del PP a través de los papeles de Bárcenas acaba de llamar a cuatro empresarios  para sondear en la legitimidad de sus respectivas donaciones. En otros países no se da al parecer tanta hipocresía. Conocemos las aportaciones  que nombres famosos o cadenas industriales ofrecen al partido donde militan para la campaña  electoral. Luego cuando el partido gana la elecciones sus donantes son premiados con una embajada o un gran negocio. La ciudadanía  no se escandaliza por ello. Sin embargo aquí somos más papistas que el Papa. Los partidos suelen decir que viven de  las cuotas de los militantes,  aunque todo el mundo sabe que una campaña es un trasiego de dinero en un tiempo record, hay sobresueldos y gastos de representación y hay sobre todo dinero que no pasa los filtros legales. Si se demostrara que el PP se estaba financiando ilegalmente, sería muy otra la moral con que se presentaron a las elecciones. Todos recordamos la dureza con que tumbaron la moral socialista acusada de corrupción y de no saber hacer las cosas. Con el PP se acabaría el paro, bajarían los impuestos, saldríamos pronto de la crisis, y España recobraría el lugar que merece.  El PP debería meditar cuando carga las tintas sobre Andalucía  sin tener en cuenta lo que ocurre en otras autonomías donde los conservadores gobiernan. Un fenómeno de corrupción como Gürtel, empotrado en el seno del partido de Rajoy, no es cosa de todos los días.


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