¿Hemos aprendido algo de Auschwitz 80 años después?
El campo conmemora el 80 aniversario de su liberación

Alambrada en las inmediaciones de Auschwitz I-Birkenau. Foto: Irek Lewandowski.
La primera vez que visité Auschwitz-Birkenau tenía 22 años. Cruzar bajo el letrero que proclamaba la mentira más grande jamás contada ‘Arebit mach frei’ (El trabajo os hará libres) generó que todo mi cuerpo estuviese en tensión, caminar entre bloques de ladrillo siguiendo un camino dirigido por una imponente alambrada doble que algún día estuvo electrificada hizo que el peso sobre mis hombros se hiciera insoportable, entrar en la cámara de gas para pasar luego por el crematorio provocó que me faltar el aire en lo que quedaba de visita por aquel lugar que se ha considerado como “el infierno en la Tierra”. Mientras recorría los barracones de Auschwitz II me perseguía constantemente la misma pregunta: “¿Cómo pudo haber pasado esto?”. Al acabar la visita me sentí aliviada, había cumplido con la obligación de visitar este lugar al menos una vez en mi vida. No obstante, el pasado martes regresé a aquel sitio, justo una semana antes de que se celebrara el 80 aniversario de la liberación del campo.
Advertencia
Esta vez, con 25 años la reflexión fue diferente, no por lo que vi allí, sino por el evento que se celebró ayer en aquel sitio maldito. Cabezas de estado, reyes, presidentes, representantes institucionales y un largo etcétera de autoridades se dieron cita en las vías del tren que llevaron a tanta gente a la muerte para escuchar los testimonios de aquellos que sobrevivieron aquel infierno y que aún viven hoy.
Ningún rastro de representación rusa y tampoco de Netanyahu. Qué irónico.
Antes de continuar, considero necesario recordar que una vez se puso sobre la mesa igualar el campo de exterminio con el suelo, para borrar de la faz de la tierra aquella herida que tanto dolor había causado. Sin embargo, fueron los propios supervivientes los que se negaron a eliminar las pruebas del crimen nazi y lo hicieron con el propósito de que el mundo recordara la barbarie que allí se había cometido no sólo contra los judíos, sino también polacos, soviéticos, gitanos, enemigos políticos y homosexuales.
Auschwitz-Birkenau debía servir como advertencia para las generaciones venideras de lo que era capaz de hacer la raza humana y para que esto no volviera a suceder jamás. Pero, ¿ha servido de algo?
Paradoja
Como venía diciendo, ningún rastro de representación rusa en aquel evento. Las razones son obvias, pero resulta paradójico que los nietos de aquellos soldados soviéticos que aquel 27 de enero de 1945 fueron los héroes que liberaron el campo, cuidaron de sus enfermos y entregaron sus vidas por una causa justa a los ojos del resto del mundo luchando contra los nazis no hayan sido invitados a este evento al haberse convertido en los culpables de un crimen contra el que un día lucharon tan valientemente. ¿Cómo puede ser posible que hoy Rusia pretenda anexionarse territorios de Ucrania cuando sabe de primera mano lo que es luchar contra una ocupación?
Igual de paradójica resulta la ausencia de Netanyahu, el líder de Israel, el país que se creó de forma artificial (no voy a entrar si de forma más o menos legítima) para acoger a los judíos que lograron escapar de la muerte y también para los que nunca tuvieron que huir.
Invitación
Puede que declinara la invitación, y haya enviado a su ministro de Educación, al pesar sobre él una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional por haber cometido, presuntamente, crímenes de guerra al excederse en el ejercicio de su derecho a la legítima defensa causando la muerte de más de 70.000 gazatíes en menos de dos años, pese a las promesas de la organización de que no sería detenido. ¿Cómo es posible que los nietos de aquellos que una vez fueron obligados a mirarle directamente a los ojos a Lucifer ahora se hayan convertido en el verdugo de los inocentes que han muerto por el único motivo de estar vivos, casi del mismo modo en el que ocurrió durante el terror nazi?
Reflexión
Dicen que la historia es cíclica y que el ser humano es el único animal capaz de tropezar con la misma piedra más de una vez. Creo que la historia se ha repetido y hemos vuelto a tropezar con la misma piedra demasiado pronto, cuando aún respiran los supervivientes de la masacre que marcó al mundo entero hace 80 años.
Entonces, ahora me pregunto: ¿ha servido de algo mantener Auschwitz-Birkenau en pie? Porque hemos vuelto a cometer el mismo error otra vez, a menor escala, pero otra vez.