La Voz de Almeria

Opinión

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Como vivo sin vivir en mí desde que comprobé que la cuesta de este enero iba a ser peor que subir al Himalaya en chanclas, trato de buscar en las amenidades periodísticas algún asunto balsámico y jovial que me alivie de estrépitos, golferías y viajes ectoplasmáticos con factura pormenorizada. Así que me fijo en la entrevista a un cotizado modelo de moda masculina, Velencoso de apellido, contratado para presentar la ropa de la próxima temporada primaveral. En la misma, el apolíneo afirma: “Claro que tengo defectos, pero no me los veo”.


La frase, además de recordarme una sensacional acuñación del homenajeado ex alcalde Cabrejas acerca de las interminables obras del Cablinglés: -“Las obras están en marcha, pero no se ven”-, me han hecho pensar en lo poco que coincidimos el ebúrneo entrevistado y yo porque, aunque también soy muy guapo, yo sí que tengo la capacidad de ver mi amplio catálogo de defectos. Lo que pasa es que no los divulgo.


He ahí la principal diferencia entre la discapacidad visual y el discernimiento. No saber ver tus defectos es, probablemente, el mayor de los defectos. Y, por otro lado, eso de ir contando los fallos propios es una de las tonterías más grandes que uno puede cometer porque todos nuestros desperfectos son primorosa y certeramente detallados, e incluso magnificados, por todos aquellos que nos distinguen con su desafecto. Pésimo negocio, por tanto, facilitar la labor de esa cuadrilla de miserables amplificando el discurso de nuestras carencias. Si malo es desconocer tus puntos flacos (o como decían los manuales de autoayuda, tus “zonas erróneas”) peor aún es fomentar su expansión urbi et orbi. Háganme caso y hablen siempre bien de ustedes mismos, porque -no lo duden-  ya habrá alguien que se ocupe de hacer exactamente lo contrario. Por ejemplo, seguro que alguien estará despotricando ahora de mí por no haber escrito hoy de temas peliagudos, pero ya ven que he preferido sorprender con unas variedades. La amenidad es uno de mis defectos. Aunque quizás no debiera contarlo.


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