Querida prima: A los ex presidentes del Gobierno se les ve de vez en cuando y se les oye.  Felipe González va a los mítines recordando su tirón electoral, aunque no con demasiada fortuna: perdió Sevilla y retuvo la Junta de Andalucía con imperdibles, repartiéndola con IU. A José Mª Aznar a través de la Fundación FAES da un repaso a la actualidad cuando lo ve procedente, como hace unos días en el Circulo de Bellas Artes de Madrid, con motivo de la entrega del IV Premio Faes de la Libertad que se le concedió a Mario Vargas Llosa. Dijo todo sobre el nacionalismo catalán y más. Habrá a quien le guste o le disguste, pero ellos dicen lo que piensan. A  Zapatero ni se le ve, ni se le espera. No quieren ni verlo.

La criatura, en su refugio del Consejo de Estado (¡que no aconseje, por Dios!) mirará cómo ha dejado a España, que “dan ganas de llorar”. Verá cómo su frase en el Senado de que “el concepto de nación es discutido y discutible” ha  dado alas a los nacionalistas, aumentando la tensión en un momento nada apropiado y contribuyendo a desestabilizar los mercados, algo que no favorece a nadie.

Negando la crisis y gastando a manos llenas, pasó de un superávit del 1,9% en las cuentas el Estado, a un 11,2 de déficit público en solo dos años. La herencia que hemos recibido de su gestión no puede ser peor. Y lo estamos pagando muy caro. Así que mejor que no aparezca. No es de extrañar, prima, que tenga debajo de la mesa al pobre Rubalcaba que no gana para derrotas. Y si quería presentar los resultados de las elecciones gallegas como “un castigo” a Rajoy, le ha salido el tiro por la culata. Ahora pide tiempo para reconducir la situación interna del PSOE. Tiempo que le niega a Rajoy para enderezar el desastre que dejaron.

El zapaterismo se ha desplomado, prima, no se podía sostener por más tiempo, porque los errores tan garrafales tarde o temprano se pagan. Y ZP en su dorado retiro, mirará al cielo y se dirá que “unos nacen con estrella y otros estrellados”. Pues eso.