La Voz de Almeria

Opinión

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No dejes que la realidad te estropee un buen titular”. Aunque jamás tuve la fortuna de dar con un profesor o un redactor jefe lo suficientemente cuajado como para impregnar al personal con semejante dosis de cinismo utilitario, el tiempo acaba demostrando que el verdadero sarcasmo está en ver cómo la terca realidad acaba por estropear los reportajes más logrados.


Digo esto porque acabo de conocer, a través de un inoportuno desmentido, que las noticias aparecidas sobre el cura de Los Molinos que, tal como se había publicado, corrió, inmovilizó y retuvo en su iglesia a una ladrona de bolsos de ancianas devotas, no eran ciertas. Menuda decepción. Teníamos ya en Almería al Padre Coplillas en versión Chuck Norris y de golpe nos quedamos huérfanos de mito y leyenda. Ha sido el propio párroco el que ha desmentido su transfiguración en una especie de Capitán Sotana, un super-héroe al rescate de feligresas en apuros, lo que si bien responde ejemplarmente a lo previsto por los mandamientos eclesiásticos sobre el levantamiento de falsos testimonios, no deja de ser un fastidio para la causa periodística y la causa religiosa. Creo que una adecuada administración del fenómeno del cura justiciero en los medios hubiera provocado un rosario de entrevistas que, además de llenar de contenido las programaciones y las plantillas de la prensa, habría acabado llevando fieles y curiosos a la parroquia. Sí, ya sé que San Juan decía que la verdad nos hará libres, pero, a veces, un poco menos de verdad y un poco más de negocio son no sólo compatibles, sino hasta deseables. Y más en estos tiempos.



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